Comer es mucho más que un placer y una necesidad. Es un disfrute en el que podemos darnos algún capricho de vez en cuando, pero sabemos de sobra que es imprescindible seguir una dieta equilibrada para favorecer el bienestar de nuestro organismo. Las dietas y los hábitos alimenticios saludables son los factores de salud pública que más pueden ayudar a protegernos de la malnutrición y prevenir numerosas enfermedades: diabetes, distintos tipos cáncer, cardiopatías y por supuesto, obesidad.
Se trata de un mensaje que está generando conciencia social y que se ha visto reflejado en un aumento de la tasa de profesionales sanitarios y especialistas en nutrición humana y dietética. “La elevada demanda de conocimiento y especialización en el sector de la nutrición ha disparado la matriculación en estos programas formativos de la rama de Ciencias de la Salud: en primer lugar, el Máster en Nutrición, Calidad y Seguridad Alimentaria; posteriormente, el Experto Universitario en Obesidad y Complicaciones Metabólicas; y en tercer lugar, el Curso universitario de especialización en Nutrición pediátrica en Enfermería”, señalan fuentes de Faro Edtech, compañía especializada en educación en salud.
Por todo ello, los profesionales de Faro Edtech comparten una serie de hábitos saludables a tener en cuenta en el día a día:
- Lleva una alimentación variada y equilibrada. Es importante mantener una alimentación variada y equilibrada. Evitar los ayunos largos y las comidas copiosas. El secreto está en el plato. Cada comida prinicipal tiene que contener una cuarta parte de carne, una cuarta parte de cereales, y la mitad de verduras. En ocasiones, pensamos que "comer de todo" puede llegar a ser más saludable. Estudios publicados en los últimos años constatan que cuanto mayor es la variedad dietética, más elevado es el riesgo de sufrir obesidad ya que se corre el riesgo de recurrir a alimentos no tan saludables. Así, lo que implica esta premisa es la conveniencia de comer una pequeña variedad de alimentos saludables, en su justa medida y con diversidad de nutrientes, beneficiosos para nuestro organismo, excluyendo aquellos que no lo son.
- Realiza cinco comidas diarias. La nutrióloga clínica, Julia Osorio hace hincapié en la importancia de realizar cinco comidas ligeras al día, con alimentos naturales y frescos. Al igual que comer cinco piezas de frutas y verduras al día, evitando los alimentos procesados, las grasas saturadas y las harinas refinadas. Además, no es aconsejable saltarse comidas, tomar refrescos con gas ni elegir comida rápida. “Entre horas, puedes optar por frutas, humus o frutos secos”, añade Osorio.
- Compra productos ecológicos y alimentos de temporada. Prioriza la compra de productos ecológicos y el consumo de alimentos propios de cada estación. Dos simples prácticas que nos benefician a todos. Todo si adquirimos los productos en los mercadillos, compramos el aceite local y el pan recién elaborado, y evitamos alimentos enlatados y envasados, contribuimos a un consumo y producción sostenibles. Además de reducir nuestra huella de carbono y promover un sistema alimentario de calidad. La educadora y diplomada en nutrición recuerda que, al apostar por productores locales y alimentos de proximidad y kilómetro cero, estamos mejorando nuestra forma de alimentarnos y reduciendo la producción de plásticos y envases.
- Consume más agua, haz más ejercicio y reduce la ingesta de sal y azúcar. Una buena hidratación es la base de un correcto funcionamiento del organismo. Lo ideal sería beber 2 litros mínimo de agua al día para así ayudar a regular la temperatura del cuerpo. Su consumo aporta sales minerales y es crucial para el funcionamiento de células y órganos, siempre combinándolo con ejercicio. Además, la OMS recomienda limitar el consumo de azúcar a un 5% de la ingesta calórica total, y mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios (equivalente a menos de 2 gramos de sodio por día).
No se nos puede olvidar, moderar considerablemente el consumo de alcohol tanto en tiempo como en cantidad. Estos consejos deben complementarse con una rutina de ejercicio físico y un buen descanso (entre 7 y 8 horas).
En definitiva, los hábitos nutricionales debidamente planificados y basados en recomendaciones de especialistas y nutriólogos, y evitando los falsos mitos o creencias populares, constituyen la base para una buena alimentación y una óptima calidad de vida.