Y es que, este trabajo liderado por la doctora Catherine Preston, del Departamento de Psicología de esta universidad, parece haber encontrado una explicación neurológica para esta disparidad: “resulta que el sector femenino es más propenso que el masculino a experimentar la actividad cerebral relacionada con la percepción negativa del cuerpo”, destaca la investigadora.
De hecho, según datos recogidos por la Asociación Nacional de Desórdenes Alimentarios (NEDA, por sus siglas en inglés), alrededor de 30 millones de personas tienen algún tipo de trastorno alimentario en los Estados Unidos, de los cuales cerca de 20 millones son mujeres.
"Resulta que el sector femenino es más propenso que el masculino a experimentar la actividad cerebral relacionada con la percepción negativa del cuerpo"
Por otra parte, cuando se trata de percepciones negativas de la apariencia física, se cree que las presiones sociales juegan un papel clave. “Las mujeres tienden a ser más susceptibles a estas presiones, aunque estudios previos también han demostrado que en algunos trastornos de la alimentación, como la anorexia, los pacientes sobreestiman su tamaño corporal, es decir, se perciben más gordos de lo que son”.
En este sentido, el equipo investigador reunió a 32 individuos sanos (16 hombres y 16 mujeres) y sin antecedentes de trastornos alimentarios para el estudio.
Cada participante debía utilizar un dispositivo de realidad virtual con el que, al mirar hacia abajo, les mostraba un vídeo en primera persona de manera que su cuerpo parecía delgado u obeso. Durante el experimento, cada uno de ellos tuvo monitoreada su actividad cerebral mediante resonancia magnética.
En el momento en que los participantes observaron sus cuerpos “obesos”, el equipo pudo identificar un vínculo directo entre la actividad en el área cerebral asociada con la percepción corporal y la actividad de la región cerebral relacionada con el procesamiento de las emociones.
Es más, como conclusión del estudio, los investigadores encontraron que tal actividad cerebral era más prominente en las mujeres que en los hombres, lo que se traduce en que poseer una complexión gorda conduce a una mayor insatisfacción en las mujeres.
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