Vivir con TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) es difícil, pero contarlo puede serlo todavía más. Sin embargo, hay algo de liberador en todo ello, porque es un paso que ayuda a sanar. Esto es lo que le ha ocurrido a Olga Alejandre con su decisión de visibilizar su caso personal en redes sociales (probablemente te hayas cruzado con algún vídeo suyo en Instagram, YouTube y TikTok) y ahora también con su nuevo libro, ‘La belleza de ser tú’, que se lanza el próximo 21 de septiembre.
Olga lleva cerca de 4 años sanada de su TCA, pero fueron 6 años los que estuvo viviendo con ese monstruo, impulsado por los problemas familiares y después, agravado en su etapa universitaria. Uno de los mayores problemas que reconoce es la falta de información y el desconocimiento sobre la relación que establecemos con la comida. Incluso algunos profesionales a los que ha acudido, en principio especializados en TCA, no supieron tratarla como correspondía. Así que a raíz de toda esta situación, decidió dar un volantazo en su vida y comenzar a estudiar nutrición y hoy en día es dietista especializada en TCA.
LA INFLUENCIA DE LAS REDES SOCIALES Y LA RED FAMILIAR
“Hay conductas que no identificas con un TCA que finalmente se va a desarrollar”, explica. “Son pequeños pensamientos que acaban derivando en un problema mayor”, que hoy en día están muy relacionados con el papel que desempeñan las redes sociales en nuestras vidas y en las de los más jóvenes. “Cada vez se accede a una edad más temprana a ellas y, según las estadísticas, la población predominante que desarrolla un TCA es adolescente”.
Olga sabe bien que las redes sociales solo nos muestran la parte buena de la vida, “lo más perfecto”. Con respecto a la comida, por ejemplo, todos hacemos fotos a los dulces que comemos, pero pocas veces mostramos esas ensaladas que también forman parte de lo real. Ahí está el problema, porque “intentas hacer lo mismo”. Afortunadamente, nuestra experta cree que en los últimos años las cosas están cambiando mucho, “la sociedad es cada vez más consciente y critica esos comportamientos, pero aún nos queda un poquito de trabajo”. Todos esos estímulos e imágenes que recibimos a través de las redes sociales marcan nuestras conductas. No obstante, existe “una línea muy fina para distinguir entre lo que es salud y lo que es restricción”. De hecho, la propia Olga reconoce que incluso a ella misma le cuesta reconocer ese límite en algunos contenidos.
"Cada vez se accede a una edad más temprana a las redes sociales y, según las estadísticas, la población predominante que desarrolla un TCA es adolescente”
Pero además de las redes sociales, hay otros factores que juegan un papel crucial. Uno de ellos, la familia. Según la dietista, si hay padres o madres que han tenido una mala relación con la comida, es más que probable que los hijos hereden esas conductas inculcadas. A su vez, la familia es un factor de peso en el entorno de la persona diagnosticada con TCA. Si son conscientes de que existen trastornos más allá de la bulimia, de la anorexia, o de los atracones, serán más capaces de conformar una red de apoyo. “En consulta todavía nos encontramos con muchos padres que acuden con sus hijos con TCA y dicen que es una tontería, sin darle la importancia necesaria. Eso sólo lleva a problemas mucho mayores para el paciente, alimentados por la presión en la que viven”. Por razones como esta, todavía hace falta mucha visibilización y concienciación.
LA OTRA CARA DE LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales pueden tener su parte negativa, pero también cuentan con una parte positiva, que son todos esos referentes que pueden ayudarnos a ‘cambiar el chip’ y a transformar la manera en la que nos relacionamos con la comida. Olga Alejandre es ejemplo de ello y es lo que intenta transmitirles a sus seguidores y a todo el mundo con sus contenidos en internet y con su nuevo libro: “Por mucho que nos digan que la ciencia dice equis cosa, al final somos humanos y entendemos mejor las cosas si nos tocan con emociones y con historias personales. Eso es lo que intento comunicar, porque la gente empatiza mucho más”.