Era una de las grandes promesas de la gimnasia rítmica en España, pero en marzo de 2020 se vio obligada a dejar el deporte de élite. Oír su risa nerviosa a través del teléfono refleja los nervios que está pasando. Una chica inocente, risueña, soñadora y luchadora que con tan solo 19 años ha escrito su primer libro "Vivir del aire". El motivo, haber sufrido durante años una anorexia nerviosa restrictiva.
Cuando empezó a practicar deporte, para ella era todo un juego. Se divertía, lo pasaba bien y no le importaba en que puesto quedar. Todo era diversión. Pero, de repente cambió. “Fui consciente cuando me di cuenta de que a pesar de que me apeteciese comer cierto alimento, no me atrevía a hacerlo por el miedo que me causaba. Fue en ese momento cuando empecé a pensar que algo no estaba bien, porque me sentía bastante controlada por la alimentación”, explica Olatz.
Las competiciones llegando siendo tan solo una niña de 8 años. En ese momento, Olatz no era consciente, fue el paso del tiempo y los años, los que hicieron que a medida que fue creciendo psicológica y mentalmente se diera cuenta de que lo que esperaban de ella no era que se divirtiera, sino resultados. “Fue en ese momento cuando empecé a ser un poco consciente de lo que era la gimnasia, porque a mí nunca me ha gustado competir. Me veía obligada a entrenar, pero al precio de competir, cuando realmente lo odiaba".
Un momento clave a la hora de comenzar a sentir presión, fue cuando sin quererlo comenzó a darse cuenta de las injusticias que planteaban las campeonatos en los que participaba. “En las competiciones no tienen en cuenta las circunstancias personales de las personas que compiten. No puede ser que una clasificación se mida por el puesto en el que se haya quedado. A la hora de quedar en el pódium yo me sentía egoísta y creía que no tenía sentido lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué me lo dan a mí y no a otra persona?”
"Fui consciente cuando me di cuenta de que a pesar de que me apeteciese comer cierto alimento, no me atrevía a hacerlo por el miedo que me causaba"
El sentimiento de culpabilidad cuando tomaba un alimento que, según sus búsquedas, poseía un alto valor calórico, hizo que entrará en una espiral de la que ya no podía salir. “Al principio no era consciente del daño que me estaba haciendo tanto a mí, como a mis familiares. Luego, en el punto más crítico en cuando nivel físico sí que fui comencé a darme cuenta de que si seguía así podría no continuar y acabaría peor. Entonces tuve que ingresar en el hospital”.
HOSPITALIZACIÓN
Su deterioro físico y mental hizo que en el año 2019 ingresará en el hospital a consecuencia de una anorexia nerviosa. Pesaba 37 kilos y su vida corría peligro. Aún así, Olatz reconoce recordar ese momento con gratitud y sorpresa. “Lo recuerdo con bastante gratitud y también sorpresa. Quizá aun me falte tiempo para asimilar todo lo ocurrido. Me siento afortunada de haber podido acceder a una seguridad social que me trató de la forma en la que me trató, que se ofrecieron a ayudarme”.
Aunque lo recuerde con gratitud, realmente fueron momentos de pánico para ella. “Cuando ingrese me sentía atemorizada, pero tranquila por estar en manos de grandes profesionales. Sabía que me encontraba mal y que si no me cuidaba podía empeorar. A medida que fue pasando el tiempo, me di cuenta de que debía de tenia que tratar de mejorarme y entonces comenzó todo el trayecto hacia la recuperación”.
Ahora, cuatro años después, la leonesa reconoce estar mejor que antes ya que apenas le guarda rencor a la comida, puede comer tranquila sin miedo a sentirse culpable después. Cuando habla de anorexia lo hace en presente, porque a día de hoy no ha superado la enfermedad, “no he superado el problema, pero puedo comer sin miedo. Me gustaría mandar ese mensaje a las personas que sufren cualquier tipo de trastorno de la conducta alimentaria. A pesar de que en un inicio piensas que no vas a volver a ser libre y a sentir la sensación de poder comer lo que quieras sin tener miedo por sentirte mal después, se puede conseguir.”
El miedo a comer no desaperece de un día para otro, por eso es muuy importante la fuerza de voluntad. "A mí lo que me ha servido ha sido ir enfrentándome a los alimentos que me daban miedo poco a poco. Si un día comía un poco de pan y me sentía mal, al día siguiente lo volvía a comer porque tenía que darme cuenta de que no pasaba nada por ingerirlo” explica la leonesa.
DEJAR LA GIMNASIA
Cuando en marzo de 2020, se anunciará que Olatz dejaba la Federación Española de Gimnasia, todo el mundo se preguntaba el porqué. Una chica prometedora, que había competido a nivel nacional, logrando éxitos, dejaba la selección. Un momento duro que para ella fue transcendental en su vida. “Dejar la gimnasia fue muy difícil. Siempre me ha encantado y a la hora de tomar la decisión de continuar o no, de priorizar mi salud mental a hacer el deporte que tanto me gustaba, fue muy difícil. Ahora creo que no tomé la decisión en el mejor momento ya que psicológicamente estaba muy mal y en ese momento hice caso a lo que me pedía mi mente. Creo que no escogí la mejor manera o el mejor momento para retirarme”
Finaliza su historia, como la empezó, risueña, madura, luchadora y con un mensaje optimista para todas aquellas personas que estén pasando por un momento como el suyo. “Por favor que pidan ayuda, aunque sea complicado tienen que dar ese paso. Si no es a sus padres que lo haga con amigos o especialistas. Que no pierda la esperanza porque uno se recupera y recupera la libertad para poder comer sin miedo. Además, se adquieren muchísimos aprendizajes que sin haber sufrido la enfermedad no se hubieran obtenido. Lo mejor es aceptarlo y buscar una solución a la vez que aprendes”.