El elevado ritmo de vida de la sociedad moderna nos quita tiempo para lo verdaderamente importante: descansar bien, practicar actividad física de forma diaria, alejarnos del estrés o alimentarnos de la manera correcta y con alimentos saludables. Pasamos por alto estos factores tan trascendentales para la vida, mientras se nos olvida que estamos poniendo en juego nuestra propia salud, con todo lo que eso conlleva.
En línea con esta realidad, Gemma Hortet, dietista holística, especializada en nutrición energética y vitalidad, también cree que “hemos normalizado el cansancio, la desmotivación, el pesimismo, el agotamiento y la falta de energía”. A medida que entramos en la vida adulta y en el envejecimiento, “creemos que lo normal es sentirse desvitalizado”, dejando atrás la energía de la juventud que asociamos al hecho de tener menos preocupaciones. Sin embargo, Hortet opina que “la vitalidad o la energía intrínseca es el motor de la vida, el que te hace querer ser mejor persona y participar del proceso de la vida viviéndola de verdad” y, por ello, se ha propuesto recordarnos cómo podemos volver a sentirnos enérgicos y vitales con su nuevo libro, 'Alimenta tu vitalidad'.
Como anticipa el título, es la alimentación la que, junto a otros factores, nos conducirá a esa vida en la que podamos sentirnos más activos, descubriendo una forma de alimentación más alineada con nuestras necesidades particulares y que nos permitirá dar carpetazo al cansancio crónico. Como nos detalla la autora en exclusiva, “‘Alimenta tu vitalidad’ te enseña rituales de salud, te da estructura vital y pautas para que sumes vida a los años y no tan solo años a la vida”. Y, todo ello, a través de la conexión con nosotros mismos y con la naturaleza, con una nutrición holística y propuestas y explicaciones basadas en teorías orientales ancestrales que han sobrevivido miles de años.
¿QUÉ ES LA NUTRICIÓN ENERGÉTICA?
Para entender en qué consiste la nutrición energética, tenemos que dejar de lado la forma convencional que hemos adquirido sobre lo que es la alimentación hoy día, es decir, comer para obtener nutrientes que nos permitan desarrollar correctamente las funciones vitales. La nutrición energética va más allá, proponiendo “experimentar sensaciones y emociones conscientes e inconscientes en nuestras vísceras, que se traducen en un estado físico y emocional”. Se trata de percibir “el efecto que produce el alimento en nuestro cuerpo una vez lo hayamos consumido”.
Gemma Hortet nos cuenta que este protocolo de alimentación proviene de la filosofía taoísta, aunque existen muchas otras nutriciones energéticas (budista, tibetana, macrobiótica, medicina china…). Todas ellas tienen en común el sentido de la interocepción, que no es otra cosa que “lo que siente nuestro cuerpo y nuestros órganos cuando tiene lugar algún proceso en su interior”. Esta teoría sostenida durante miles de años por las filosofías orientales ha sido respaldada por la Neurociencia. Pero como nos explica la autora, no podemos sentir el efecto de comer una zanahoria en el cuerpo, sino que se trata del reflejo en el cerebro de lo que produce esa zanahoria en nuestras vísceras.
"La parte psicológica del ser humano es muy importante y la mayoría de las veces es la primera causa de enfermedad"
Este concepto bebe de la medicina tradicional china, basada en que “cuando tú tomas un alimento, no solo consumes sus nutrientes y propiedades bioquímicas”. Es decir, la descomposición de ese alimento dentro del cuerpo “emite una energía” de los diferentes factores que han intervenido en su crecimiento, por ejemplo, cuánto sol ha absorbido, cómo se ha alimentado o qué cuidados ha recibido. “Esto acaba traduciéndose en la composición de una serie de neurotransmisores u otros que van a afectarnos emocionalmente”, señala Hortet, aunque el cocinado y nuestro estado también van a influir en el efecto que provoca lo que comemos en nuestro interior. La evidencia que ha dejado la medicina tradicional china “demuestra que la alimentación puede ser una gran herramienta terapéutica”.
A pesar de contar con miles de años de historia, la nutrición energética ha sobrevivido a nuestros días. Y no sólo eso, sino que cada vez se instala más en occidente. La autora explica que “las personas buscamos respuestas en otras culturas cuando lo que tenemos no nos la ofrece o no nos satisface”. Y esas respuestas las han ofrecido “otras medicinas que tenían en cuenta cómo pensamos y cómo sentimos”, al contrario que la sociedad occidental, en la que “la medicina se apartó de la parte más humanista hace muchos años”.
Según la experta, “la parte psicológica del ser humano es muy importante y la mayoría de las veces es la primera causa de enfermedad”. Si bien la medicina china viene contemplando las emociones desde sus orígenes (Hortet nos pone el ejemplo de las 7 pasiones, que son las emociones en negativo que pueden hacer que una persona enferme), en occidente no se ha hecho así. Sin embargo, ese “abordaje integrativo de todo el ser humano” permite comprender mucho mejor “dónde aparecen las causas de los principales problemas de salud”.
RELACIÓN DE LA ENERGÍA CON LOS ALIMENTOS
Como ya hemos visto de la mano de Gemma Hortet, la energía tiene mucho que ver con lo que comemos, pues gracias a los alimentos “generamos o no la energía que necesitamos para funcionar”. Sin embargo, actualmente la experta distingue “dos grandes problemas nutricionales”: no comemos alimentos de verdad y no cocinamos. Todo ello se traduce en problemas de salud y una pérdida de vitalidad. Pero, ¿cómo podemos poner en práctica una nutrición energética?
"Cuando cocinamos hacemos más disponibles muchas de las propiedades de los alimentos"
Para descubrirlo, te invitamos a leer ‘Alimenta tu vitalidad’, donde la dietista experta en la materia expone a modo de manual todas las claves sobre esta disciplina. Pero mientras tanto, nos deja algunas que ya puedes ir empezando a usar. La primera de ellas, “escogeralimentos naturales, sin pesticidas y que no sean de invernadero”, ya que “todas aquellas propiedades que se les atribuyen a los alimentos vienen por cómo han crecido”. Hortet indica que “el sol es el responsable, a través de la fotosíntesis, de crear muchos de los compuestos medicinales de los alimentos”, por lo que “si el alimento no toma el sol no tiene tanta energía, ¡lo mismo nos pasa a los humanos!”.
Por otro lado, la técnica culinaria también es fundamental: “Sabemos por la ciencia que el hombre aumentó su inteligencia porque aumentó su cerebro cuando empezó a cocinar”, explica la experta. Cocinar no es poner un alimento al fuego, sino “hacer disponibles muchas de las propiedades de los alimentos. Por ejemplo, cuando hacemos maceraciones o salazones, también estamos ayudando a que los alimentos pierdan antinutrientes, ablanden sus fibras o potencien sus propiedades”, concluye Hortet.