Microbiota y obesidad: ¿cómo se relacionan?

La obesidad y el sobrepeso son un problema creciente y generalizado en las sociedades occidentales.

La microbiota evoluciona con el paso del tiempo debido a factores fisiológicos (Foto. Freepik)
La microbiota evoluciona con el paso del tiempo debido a factores fisiológicos (Foto. Freepik)
Estetic
3 junio 2021 | 12:00 h
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La obesidad y el sobrepeso son un problema creciente y generalizado en las sociedades occidentales. Las personas obesas tienen más riesgo de padecer hipertensión, diabetes de tipo 2, dislipemias (aumento de colesterol y triglicéridos en sangre), síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares y articulares.

La doctora Cristina Zemba, especializada en micronutrición, manifiesta que desde hace unos pocos años la investigación científica ha mostrado un interés creciente en conocer las relaciones que puede tener la flora intestinal (microbiota) con los problemas metabólicos. Múltiples publicaciones se han centrado en la observación de este problema, amparados con una tecnología con la que no contábamos años atrás.

Estudios observacionales llevados a cabo durante las dos últimas décadas sugieren que la microbiota intestinal puede contribuir a la salud metabólica de sus huéspedes humanos y que, cuando está desbalanceada, puede favorecer el desarrollo de desórdenes metabólicos, incluyendo la obesidad.

¿Cómo afecta la microbiota? Con estos nuevos conocimientos podemos decir que la flora intestinal tiene un papel en: la extracción de energía de los alimentos, hormonas intestinales (apetito) e nflamación crónica cuando está desbalanceada.

La obesidad y el sobrepeso son un problema creciente y generalizado en las sociedades occidentales

En otras palabras, desde Ysonut señalan que podemos decir que la microbiota del paciente delgado aprovecha los alimentos para obtener energía, disminuye la inflamación, mejora la salud de la barrera protectora intestinal y fabrica ácidos grasos de cadena corta, entre ellos el preciado butirato, con efecto antiinflamatorio y protector.

Contrariamente, la microbiota del paciente obeso ''lo aprovecha todo'' de los alimentos, con lo que más que producir energía se dedica a almacenar.  Hay menor diversidad bacteriana y un aumento de ciertas poblaciones con desmedro de otras más beneficiosas. Este desbalance se conoce como disbiosis intestinal. El resultado es la pérdida de la función barrera protectora del intestino y la producción de inflamación.

Con respecto a la saciedad y al apetito, la flora intestinal actúa de manera activa. La microbiota saludable produce saciedad y una mayor utilización de la energía, mientras que la flora disbiótica induce un mayor apetito a la vez que disminuye la utilización de la energía. Estas señales se emiten por redes complejas hacia el núcleo arcuato del cerebro.

EFECTOS DE LA MICROBIOTA SALUBDALE Y LA DISBIÓTICA

La flora intestinal metabólicamente sana se puede conseguir con un alto consumo de fibra y cantidades adecuadas y no excesivas de grasas y proteínas saludables.

La microbiota del paciente obeso ''lo aprovecha todo'' de los alimentos, con lo que más que producir energía se dedica a almacenar

La fibra es indigerible para el organismo, pero fermentable, y es aprovechada por la microbiota del intestino grueso para producir ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato). El butirato suministra energía a las células del colon y contribuye a la utilización de la energía, mayor saciedad y por tanto, menor ingesta alimentaria y mejora el metabolismo de la glucosa y la secreción de insulina.

La flora intestinal disbiótica se produce por un alto consumo de grasas, azúcares y proteínas, vida sedentaria e ingesta de alcohol y tabaco. Hay una disminución notable en la producción de ácidos grasos y butirato y un aumento de inflamación y alteraciones metabólicas.

¿Cómo podemos intervenir para mejorar la microbiota? Por un lado, es imprescindible corregir los malos hábitos alimentarios y promover el ejercicio físico, evitando el sedentarismo.

Para una acción más rápida, mientras van mejorando las condiciones alimentarias, se pueden utilizar prebióticos, probióticos y simbióticos (mezcla de probióticos + prebióticos).

Los probióticos ayudan a restablecer la función barrera protectora intestinal, evitan la proliferación de bacterias patógenas (actividad antimicrobiana) y ayudan a modular las señales de inflamación.

Los prebióticos, como por ejemplo la inulina, son el alimento de las bacterias beneficiosas. Ayudan a la absorción de minerales como el calcio, hierro y magnesio, evitan el crecimiento de bacterias no beneficiosas, ayudan a regular la inflamación y producen aumento de IgA intestinal, la inmunoglobulina de defensa de las mucosas.

Hay que señalar, sin embargo, que no todas las bacterias probióticas tienen la misma acción. La investigación nos ha señalado cuáles tienen mayores propiedades antiobesidad.

El Lactobacillus gasseri goza de una amplia investigación y publicaciones científicas, señalando que reduce la adiposidad intestinal, limita la absorción de grasas, mejora el tránsito y disminuye la hinchazón abdominal.

El Bifidobacterium animalis lactis B420 refuerza la barrera intestinal, tiene acción antiinflamatoria y ayuda en la pérdida de peso. Estudios a doble ciego controlados tras 6 meses de tratamiento han mostrado una reducción de 4,5% de masa adiposa total, 6,7% de grasa abdominal y 2,6 cm del perímetro de cintura.

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