Comer es, indudablemente, una necesidad fisiológica como también lo son el descanso, el acto de la respiración, la hidratación con el agua o la expulsión de los deshechos del cuerpo, entre muchas otras. Sin embargo, estamos distorsionando el núcleo de esa necesidad, comiendo a deshoras con cantidades desorbitadas, priorizando la rapidez en la elaboración de los platos, optando por comidas preparadas o el placer del paladar sobre lo realmente importante: los nutrientes. En el otro lado de la balanza, hay quienes confían en las dietas restrictivas para recuperar o mantenerse en forma, en una (errónea) asociación que equipara el buen aspecto físico con un buen estado de salud.
Como vemos, hay muchas formas de desvirtuar una necesidad fisiológica que, en algunos casos, termina derivando en un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Una consecuencia que también tiene mucho que ver con la ausencia de una educación en nutrición que nos enseñe a mantener una buena relación con la comida, educando sobre lo que verdaderamente necesitamos y, sobre todo, haciéndonos entender por qué lo necesitamos. Sólo así podremos “entender cómo los alimentos pueden afectar a su estado emocional y niveles de energía”, explica para EsteticMarcos Bodoque, especialista en nutrición y divulgador en redes sociales. Cuando eso ocurre, “todo cambia”, señala.
A propósito de este objetivo, Bodoque acaba de publicar ‘Elige Nutrirte’, una “guía consciente” con la que pretende enseñarnos a alimentarnos correctamente y, al mismo tiempo, desmitificar el universo de las dietas. “Ya hay mil libros diciéndonos qué comer, cómo comer o llenos de información acerca de los alimentos, pero ninguno nos explica en profundidad el por qué comemos y qué necesitamos de los alimentos”. Así que, además de exponer la teoría, el autor ha querido poner ejemplos prácticos para que los lectores puedan aplicar todo lo que han aprendido. Lo define como una forma de “cambiar la vida”, como “una vía para sanar nuestra relación con la comida de una vez por todas”.
UN BUEN ESTADO FÍSICO NO ES SINÓNIMO DE SALUD
La creencia de que estar bien físicamente también significa tener un buen estado de salud está muy extendida. Pero esa asociación no tiene por qué ser cierta en todos los casos. Bodoque explica que a diario se encuentra con personas “con un ‘fisicazo’ de gimnasio que arrastran gran cantidad de problemas digestivos o que incluso tienen dificultades para subir unas escaleras sin fatigarse”; con “personas ‘delgadas’ que tienen mucha grasa visceral, que es justamente la más peligrosa, y además, la más silenciosa, porque no se ve”; también con algunas otras que, “a pesar de estar bien físicamente, se encuentran sin energía en su día a día, tienen dificultades para rendir cognitivamente y un sinfín de problemas”, advierte.
La ausencia de grasa corporal en una persona no está directamente relacionada con una mejor salud cardiovascular. Sin embargo, esa creencia errónea hace que confiemos en las dietas para vernos mejor, y no dejan de ser unos protocolos basados en el control del balance energético en base a la restricción de algunos alimentos o grupos de alimentos. Bodoque explica que sólo quienes están muy mal de salud podrían necesitarlas, pero en general, “todas las dietas fracasan, aunque algunas sean mejores que otras”.
"Tenemos una mala relación con la comida y con nuestro cuerpo"
“El concepto de dieta ha hecho mucho daño”, concluye el experto. Ya no sólo por las restricciones (con el sufrimiento emocional y frustración que ello conlleva), sino también porque renunciamos a un estilo de vida saludable, entendido como algo flexible:
“Tenemos que abrazar un estilo de vida saludable, aprender a nutrirnos sin necesidad de estar pesando la comida o contabilizando unas kilocalorías en una aplicación del móvil. Y conseguir que la alimentación se adapte a nosotros y nuestros horarios, en vez de nosotros a ella. Si aprendes lo que necesita tu cuerpo y se lo das en cada ingesta de forma equilibrada comiendo hasta saciarte, tu hambre y saciedad estarán bien reguladas durante todo el día, y simplemente tendrás que escuchar a tu cuerpo”, nos explica.
La alimentación es un eje transversal para nuestra salud, que no sólo tiene un impacto en lo físico, sino también en nuestro estado emocional y mental. Y ese nivel de salud integral es el que pretende hacernos alcanzar Bodoque con su libro, sirviéndose de la alimentación consciente. Para ello, hemos de renunciar al concepto “obsoleto” de ‘dieta’, en beneficio de nuestra autoconsciencia y autoconocimiento, sin caer en obsesiones y sin ser esclavos de lo que nos venden como ‘mejor o peor’, sino controlando cuál es la comida que nos hace sentir bien; cambiando las calorías por la calidad nutricional que necesitan nuestras células y garantizando un aporte equilibrado de los alimentos.
MÁS EDUCACIÓN NUTRICIONAL
Proyectos como el de Marcos Bodoque evidencian que aún queda mucho por hacer para alcanzar una alimentación más saludable, consciente, para el conjunto de la sociedad. El aumento de casos de TCAs y de pacientes con enfermedades cardiovasculares en los últimos años demuestran que “tenemos una mala relación con la comida y con nuestro cuerpo”, dice el especialista, aunque cree que el origen de los problemas es “el desconocimiento”. Ese cambio de perspectiva sería mucho más fácil si tuviésemos claro que las dietas “no funcionan” y que, con ellas, “lo único que conseguimos es dañar aún más nuestro metabolismo”.
"Todos los cambios significativos en una sociedad empiezan en la educación de los más pequeños"
A todo ello, habría que sumarle la garantía de “información adecuada sobre cómo comer y su porqué”, para entender que lo hacemos desde su significado, ofreciéndonos “un sentido”. El experto cree que impartir una asignatura de nutrición en los colegios sentaría la base, ya que la alimentación es “vital” para el ser humano y “todos los cambios significativos en una sociedad empiezan en la educación de los más pequeños”.
Otra medida que Bodoque cree efectiva es la colocación de advertencias en los productos ultraprocesados que señalen los riesgos que generan para la salud, al igual que ocurre con el tabaco. Asimismo, propone que se dificulte más el acceso a los mismos, con medidas que ataquen al coste final, mientras que se facilite el acceso y precio a otros alimentos más saludables.