Comer insectos es, desde hace tiempo, una práctica gastronómica cada vez más frecuente.
Tanto es así que expertos de la Universidad de Gante han desarrollado un experimento que ha permitido comprobar si los consumidores son capaces de distinguir una mantequilla de base animal, de otra hecha con insectos.
Según señalan desde la universidad, los investigadores utilizaron, en concreto, grasa de larvas de mosca soldado negra en pasteles, galletas y gofres y hornearon tres tipos de cada versión: una versión con 100% de mantequilla; una versión con un 25% de grasa de insecto; y una versión con un 50% de grasa de insecto.
Los investigadores utilizaron, en concreto, grasa de larvas de mosca soldado negra en pasteles, galletas y gofres y hornearon tres tipos de cada versión
Después, se sirvió dichos productos a los participantes para ver si notaban alguna diferencia. En el caso de los pasteles con un 25% de grasa de insecto, no notaron el sabor de esta; en los gofres con un 50% de grasa tampoco notaron diferencia alguna. Además, la textura y el color apenas se vieron afectados en comparación con la mantequilla.
Para Tzompa-Sosa, la grasa de los insectos tiene algunas ventajas importantes para la salud. ''La grasa de los insectos contiene ácido láurico, que proporciona atributos nutricionales positivos, ya que es más digerible que la mantequilla. Además, el ácido láurico tiene un efecto antibacteriano, antimicrobiano y antimicótico. Esto significa que es capaz, por ejemplo, de eliminar varios virus inofensivos, bacterias o incluso hongos en el cuerpo, lo que le permite tener un efecto positivo en la salud'', señala el experto.