La dieta epigenética es aquella que compensa la predisposición que tienen nuestros genes a engordar, al envejecimiento prematuro y/o a padecer cualquier patología asociada a los mismos.
La genética nos marca durante los primeros años de vida, pero a partir de una cierta edad influye más el ambiente y el estilo de vida.
Como explica la doctora en Farmacia, nutricionista y creadora de la Dieta Coherente, Amil López Viéitez, ''existen patologías monogénicas que son controladas por solo un gen, por lo que el tratamiento es sencillo, como la celiaquía, la intolerancia a la lactosa, o la hipercolesterolemia familiar. Pero son las patologías poligénicas, es decir, que implican a muchos genes, las que son más difíciles de tratar, por lo que el esfuerzo debe hacerse en la prevención. Ejemplos de estas patologías son la obesidad, la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular, la hipertensión, osteoporosis, enfermedades neurodegenerativas, cáncer, etc''.
La dieta epigenética es aquella que compensa la predisposición que tienen nuestros genes a engordar
A la hora de prevenir estas enfermedades, continúa López Viéitez, ''hay que intervenir sobre factores como el estilo de vida, la dieta, el ejercicio físico o la calidad del sueño, que tienen la capacidad de apagar estos genes causantes de la patología, mediante mecanismos epigenéticos (más allá de los genes)''.
MECANISMOS EPIGENÉTICOS
Los cambios epigenéticos de nuestro ADN son heredables, pero también reversibles. Por lo que, por una parte, el ambiente y el estilo de vida son capaces de modular la expresión génica, para mejorar nuestra salud y la de nuestros hijos; y, por otra parte, sabiendo nuestra predisposición genética a engordar, a tener colesterol o un mayor apetito por dulce o hambre emocional, podemos mejorar nuestro presente y futuro, con una intervención nutricional personalizada.
Un ejemplo, comenta López Viéitez, quien recientemente ha publicado el libro ''Tu última Dieta'', es que ''las personas con ciertos polimorfismos en los genes TAS2R38 y FGF21, tienen una mayor predisposición a la ingesta compulsiva emocional en respuesta al estrés, enfado, frustración, aburrimiento o ansiedad; a ser golosos y a picotear entre horas''.
El gen TAS2R38 condiciona la sensibilidad al sabor amargo en mujeres, lo que predispone a comer menos verduras y a que la dieta sea más hipercalórica.
Según el grado de eficiencia metabólica determinada por varios genes, puede ser necesario aconsejar a la persona que modere el ejercicio de resistencia porque si no, no conseguirá perder grasa o adelgazar. O si tiene polimorfismos en los genes GDF5, COL1A1, IL6 y CRP, será necesario advertirle de que evite ciertos entrenamientos intensivos de fuerza/potencia porque su riesgo de lesión es más alto que el de la población normal.