Desde hace siglos, hemos visto cómo la sociedad viene imponiendo unos cánones de belleza determinados y cambiantes. Sin embargo, con el auge de la cultura de masas, de la fotografía, de la moda, de las redes sociales… Y con todo el sesgo que puede existir, asistimos a una era en la que ha aumentado exponencialmente la presión por alcanzar unos cuerpos perfectos e ideales, casi imposibles, que no conducen a otra cosa más que a la insatisfacción.
Y todo esto afecta, en mayor medida, al público femenino. Según el último estudio de Fundación FAD Juventud, un 27,7% de las mujeres muestra preocupación por su imagen, frente al 15,5% de los chicos. Además, la motivación principal por la que estas hacen dieta es por verse mejor estéticamente, frente a las indicaciones médicas o por el hecho de sentirse más saludables.
“De todas las mujeres que he podido conocer un poco en profundidad, creo que ninguna se libraba de sufrir por su cuerpo”, explica para EsteticLaura Alberola (@lauraalberolapsicologia), psicóloga sanitaria especializada en trauma y en trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Como mujer “rodeada de muchas mujeres desde bien pequeña, como cualquier otra”, pero también por las que atiende cada día en consulta, sabe bien que todas hemos estado (o estamos) insatisfechas con nuestro cuerpo, un motivo que le ha llevado a escribir ‘Suelta la dieta, sana tu cuerpo’.
Con este libro, Alberola pretende que todas las mujeres puedan “nutrirse” de lo que comparte y “romper las cadenas de esa eterna y normalizada prisión”. Y, con ello, alcanzar la neutralidad corporal, para aceptar nuestros cuerpos tal y como son, porque la presión estética es una preocupante realidad. La autora lo define como “una gran tela de araña en la que crecemos y nos atrapamos a medida que crecemos, con hilos que se entrecruzan y están diseñados específicamente para atraparnos”.
"Malgastamos tiempo, energía y recursos en alcanzar estándares inalcanzables, impidiéndonos disfrutar plenamente de quienes somos"
La experta añade que los hilos de esa red están “tejidos por la sociedad, la cultura, la industria de la moda y todo lo que contribuye en esta cultura de la dieta”. Y son unos hilos que “van desde los mensajes sutiles (o no tan sutiles) en los medios de comunicación hasta las expectativas sociales arraigadas”. Es una red “sutil pero poderosa” que nos atrapa desde que somos pequeñas y nos dice “cómo debe verse nuestro cuerpo, qué aspecto es el correcto y válido e incluso cómo deberíamos comportarnos”.
Tras crecer con ello, al final deriva en “ciclos de insatisfacción y superfluo logro, de comparación y autocrítica con múltiples efectos perjudiciales en nuestra salud y en nuestra manera de vivir”. Y, casi sin ser conscientes, “esta red erosiona nuestra autoestima, nos genera sentimientos de insuficiencia, ansiedad, trastornos mentales diversos y malestar de toda índole”. Incluso vemos cómo “destrozamos nuestro cuerpo con tratamientos invasivos, dietas que nos dañan o estrés constante”, señala la psicóloga.
LA CULTURA DE DIETA: CULPABLE
Esa insatisfacción no sólo merma nuestra autoestima y autopercepción, sino que nos hace “malgastar tiempo, energía y recursos en alcanzar estándares inalcanzables, impidiéndonos disfrutar plenamente de quienes somos”. Y una de las grandes culpables es la cultura de dieta. Alberola afirma que hay muchos intereses comerciales detrás de las dietas, ya que comprenden la venta de productos específicos, la promoción de programas diversos y servicios múltiples para que consigamos el ‘aspecto correcto’.
“Pero ahí seguimos, sin conseguirlo, solo consiguiéndolo para ocasiones especiales”. La experta nos invita a pensar sobre cuánto tiempo y dinero hemos invertido para cambiar nuestro aspecto físico… Y simplemente con esta reflexión nos daremos cuenta de que “esta cultura de dieta es enormemente lucrativa a nivel mundial”. Y, sin duda, contribuye a que no podamos disfrutar de nuestras vidas con plenitud.
"Lo que más me preocupa es la publicidad que nos llega de un modo integrado sin la clara percepción de que estamos recibiendo publicidad"
Afortunadamente, es posible salir de ahí. La psicóloga explica que las heridas nacidas de la red de la presión estética se pueden “sanar de forma completa y exitosa”, a pesar de que “el camino suele ser difícil y tortuoso”. Pero “merece absolutamente la pena”. Además de la ayuda psicológica para recorrer ese camino, le hemos preguntado a la terapeuta por las medidas extra que podrían tomarse desde más arriba para mejorar la situación y cree que hace falta que se regule la publicidad que hacen los influencers:
“Los tiempos están cambiando. La gran parte de la publicidad nos llega por internet, de diversos modos. A título personal, lo que más me preocupa es aquella que nos llega de un modo integrado sin la clara percepción de que estamos recibiendo publicidad”, especifica. Pone de ejemplo a quienes promocionan centros estéticos y productos, una “publicidad nueva” y “a un nivel muy inconsciente”, porque “recibimos el mensaje de una persona a la que vemos cada día, a la que admiramos o que nos gusta”. Eso “llega de otra forma”, insiste, y es algo que cada vez más le parece “sumamente peligroso”.