Consejos de nutricionista para mantener el intestino sano y mejorar tu estado de ánimo

Una nutricionista aporta algunos consejos para cuidar nuestra flora intestinal y mejorar nuestro tránsito y estado de ánimo. El estrés o los alimentos ultraprocesados son dos de los factores que más nos afectan.

Manos en el vientre (Foto. Freepik)
Manos en el vientre (Foto. Freepik)
Laura Ortega
4 junio 2024 | 15:00 h

El intestino, nuestro segundo cerebro, aloja más del 70% de nuestro sistema inmune. Este órgano no solo es el encargado de absorber todos los nutrientes que ingerimos, sino que alberga el eje intestino-cerebro, una relación imprescindible para nuestro bienestar. En ese sentido, un intestino enfermo presenta dificultades que no solo interfieren en el tránsito, sino que obstaculizan otras funciones del organismo resultando en un malestar general.

Con los consejos de la nutricionista y psiconeuroinmunóloga, Majo Villanueva (@foodcode.majo), podemos mantener un intestino sano y contribuir a su correcto funcionamiento.

LA MICROBIOTA

Últimamente, hemos observado como la expresión “cuidar de tu microbiota” se ha popularizado en los últimos años. La microbiota es nuestra flora intestinal, es decir, el conjunto de los microorganismos que viven en nuestro interior y desarrollan el sistema inmune, entre otras muchas funciones.

El 70% de nuestro sistema inmune está en el intestino

Por esa razón, cuidar de ella no solo nos va ayudar a mejorar las funciones digestivas, sino que el metabolismo o nuestras defensas también se van a ver beneficiadas. Ante ello, Majo subraya el importante papel de la alimentación en nuestra energía y estado de ánimo. En ese sentido, la nutricionista insiste en alimentar nuestra microbiota con “alimentos, no productos”.

Majo se refiere al control de los alimentos que ingerimos. Los procesados y ultraprocesados, los antibióticos o nuestra dieta en sí, puede estar afectando causando la inflamación que sufrimos y negativamente a la flora de nuestro intestino.

ACIDEZ DEL ESTÓMAGO

La experta explica que una correcta producción de ácido cloridico es clave para una buena digestión. Ante esa premisa, Majo nos ánima a preguntarnos a nosotros mismos si consumimos la suficiente fibra, usamos protectores gástricos de manera crónica o la manera en la que gestionamos el estrés. Majo insiste en que esta última parte es clave.

El estrés afecta significativamente en nuestro segundo, el intestino que, recibe ese nombre debido al sistema nervioso entérico –que es el sistema nervioso del intestino-. Cuando nuestro cuerpo se siente amenazado y activa sus sistema de alerta, muchas otras funciones se apagan. Por eso, cuando estamos estresados nuestro organismo decide priorizar otras funciones y disminuir la producción de ácido, y por tanto, tenemos una peor digestión. De la misma manera, otros malos hábitos como el exceso de consumo de tabaco o alcohol pueden modificar el microbioma y empeorar nuestra salud.

REPOSO DIGESTIVO

“Prioriza el reposo digestivo”, publica Majo. En otras palabras, haz la digestión. La recomendación de la nutricionista es hacer un reposo mínimo de 12 horas dejando un espacio de entre tres o cuatro horas entra comidas para mejorar la salud intestinal que, para Villanueva “es clave”.

La digestión, la velocidad a la que comemos o cuánto masticamos pueden suponer la diferencia entre un estomago pesado y una digestión ligera. Asimismo, “masticar bien y evitar tomar mucha agua durante la comida” es una manera de cuidar de nuestro interior,  recomienda Majo.

MOVIMIENTO REGULAR

Es de saber popular que el movimiento diario influye tanto en nuestra digestión como la calidad del sueño, y en nuestra salud integral. Practicar actividad física de forma diaria contribuye a nuestra salud intestinal, especialmente si estamos en ayunas, según Villanueva.

ALIMENTOS REALES Y HIERBAS

En este aspecto, la nutricionista es clara e insiste en priorizar unos grupos alimenticios sobre otros. En primer lugar, cabe evitar los azúcares, gluten, harinas refinadas y ultraprocesados. En su lugar, mejor consumir:

  • Vegetales
  • Pescados grasos, huevos y carnes
  • Aceite de oliva, palta, semillas de chía, linaza o frutos secos
  • Cúrcuma, canela, jengibre, romero, pimienta cayena
  • Diente de león, manzanilla o cardamomo
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