A todos nos ha pasado alguna vez que hemos estado siguiendo una dieta y al subirnos a la báscula hemos visto que no hemos bajado de peso. ¿Sabes que las hormonas tienen mucho que ver?
Por ejemplo, el cortisol (la hormona del estrés), cuando está muy alto de forma continuada impide que otros mecanismos normales del cuerpo funcionen correctamente. El sistema inmune se deprime, dormimos peor y el cuerpo no quema grasa, sino que tiende a retenerla para futuros imprevistos.
La insulina es una hormona fabricada por el páncreas que facilita el transporte de la glucosa desde la sangre hasta los adipocitos, donde se convierte en grasa
Por otro lado, la leptina es una hormona producida por el tejido adiposo, que envía señales al cerebro para inducir sensación de saciedad, suprimiendo las ganas de comer y de picar entre las principales comidas. Cuando los receptores del hipotálamo no perciben la señal, estamos ante un cuadro de resistencia a la leptina. El círculo vicioso se establece cuando el cerebro interpreta un almacenamiento insuficiente de grasa en el adipocito y vuelve a provocar sensación de hambre. Por otra parte, la grelina es una hormona que estimula la sensación de apetito.
Asimismo, la insulina es una hormona fabricada por el páncreas que facilita el transporte de la glucosa desde la sangre hasta los adipocitos, donde se convierte en grasa. Las personas con sobrepeso a menudo, tienen receptores en la célula grasa que no responden correctamente a la entrega de insulina. Cuando no absorben la glucosa circulante, se produce una hiperglucemia en sangre (diabetes II) que, a su vez, dispara la producción de insulina en páncreas. De esta forma, se crea un círculo vicioso que se conoce como Síndrome de resistencia a la insulina, un problema que afecta a personas de cualquier edad.