La obesidad, una condición que afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo, podría empezar a diagnosticarse de una manera más precisa y exhaustiva, según informa Reuters. En concreto, un nuevo marco respaldado por 76 organizaciones médicas internacionales propone reemplazar el enfoque actual, centrado en el índice de masa corporal (IMC), por criterios más amplios que evalúen el impacto de esta condición en la salud de los pacientes.
Según un documento publicado recientemente en The Lancet Diabetes & Endocrinology, los médicos deberían considerar no solo el IMC, sino también factores como la circunferencia de la cintura y la presencia de complicaciones asociadas para ofrecer un diagnóstico más exacto. La propuesta busca eliminar diagnósticos erróneos y aprovechar mejor los recursos sanitarios.
Actualmente, el IMC, una fórmula que compara el peso de una persona con su altura, es el estándar más utilizado para identificar la obesidad
Actualmente, el IMC, una fórmula que compara el peso de una persona con su altura, es el estándar más utilizado para identificar la obesidad. Sin embargo, los 56 expertos que conforman la comisión mundial señalaron que esta herramienta no siempre refleja el impacto real del exceso de grasa corporal en la salud.
El profesor Francesco Rubino, presidente de la comisión y miembro del King's College de Londres, destacó durante una conferencia de prensa que “la obesidad es un espectro”. Según explicó, no todos los casos de obesidad tienen el mismo impacto, y una evaluación más personalizada podría marcar la diferencia tanto en el diagnóstico como en el tratamiento.
Para esto, la comisión propone clasificar la obesidad en dos categorías:
- Obesidad clínica. Incluye un exceso de grasa corporal que causa problemas funcionales, como dificultad para respirar, insuficiencia cardíaca u otras complicaciones que interfieran con la vida diaria. Los expertos recomiendan considerarla como una enfermedad crónica y tratarla en consecuencia.
- Obesidad preclínica. Se refiere a personas con un exceso de grasa corporal sin complicaciones médicas evidentes y un funcionamiento orgánico normal. Aunque no presenta síntomas inmediatos, los pacientes en esta etapa deberían ser monitoreados o recibir apoyo para reducir el riesgo de desarrollar condiciones como diabetes u obesidad clínica.
IMPACTO EN LA ATENCIÓN SANITARIA
El nuevo enfoque no solo busca una mejor evaluación, sino que también podría cambiar cómo se decide el uso de tratamientos. Rubino mencionó que esta precisión diagnóstica puede ayudar a determinar cuándo es apropiado recetar medicamentos, como los de la clase GLP-1, que han revolucionado el tratamiento de la obesidad en los últimos años.
Además, esta visión podría influir en la cobertura de seguros de salud. Actualmente, muchas aseguradoras solo financian tratamientos para la obesidad si existe una enfermedad asociada, como la diabetes. Sin embargo, con el reconocimiento de la obesidad clínica como una enfermedad por derecho propio, este panorama podría cambiar.
UN CAMBIO NECESARIO EN LA MENTALIDAD GLOBAL
La comisión también espera que estas nuevas directrices contribuyan a un cambio de mentalidad. “No podemos permitirnos tener una imagen borrosa de la obesidad”, afirmó Rubino. El marco busca resolver la división dentro del sistema médico sobre si la obesidad debe ser considerada una enfermedad o simplemente un factor de riesgo.
“No podemos permitirnos tener una imagen borrosa de la obesidad”
Organizaciones como la Asociación Estadounidense del Corazón y la Sociedad China de Diabetes han apoyado estas directrices, que también cuentan con la participación de expertos de la Organización Mundial de la Salud. Desde que comenzaron a trabajar en 2019, han identificado la urgencia de un diagnóstico más matizado como la clave para enfrentar una de las mayores crisis de salud global.
Con este nuevo enfoque, no solo se pretende mejorar los tratamientos disponibles, sino también cambiar la percepción cultural y médica sobre una condición que afecta millones de vidas en todo el planeta. “Esperamos que esto conduzca a un cambio en la práctica y, tal vez incluso antes de eso, a un cambio de mentalidad”, concluye Rubino.