Somos lo que comemos, y no podemos ‘ser’ sin alimentación. La comida, la cena o el desayuno, permiten que nuestro cuerpo obtenga la energía necesaria para funcionar, siendo un pilar fundamental de la vida. Sin embargo, debido al gran acceso a los alimentos que tenemos en los países de altos ingresos, la comida se transforma en ocio, negocio y, por desgracia, en una forma negativa de gestionar la salud mental. Poner el foco en los problemas alimentarios es una necesidad, que se visibiliza cada 16 de octubre con la celebración del Día Mundial de la Alimentación.
Sin duda, uno de los principales problemas relacionados con la alimentación en países como España es su gran relación con el estrés. Por ejemplo, hay personas que, en situaciones estresantes, pierden el apetito, algo que puede llegar a asociarse con déficits nutricionales. “En estos casos, las proteínas suelen ser dejadas de lado, pues se trata de un alimento que hay que cocinar o es difícil de comer”, explica para Estetic.es la Dra. Fiorella Palmas Candía, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Aún así, en la mayoría de los casos, el estrés provoca un aumento del apetito o ‘hambre emocional’. Pero, ¿por qué ocurre esto? La respuesta está en las hormonas del estrés, el cortisol y la adrenalina. En concreto, el cortisol aumenta el apetito y genera antojos específicos de alimentos reconfortantes, ricos en grasas y carbohidratos, conocidos como ‘comfort food’. La liberación continua de cortisol debido a un estrés prolongado puede llevar a un ciclo de alimentación emocional. “Las personas comen en exceso para aliviar temporalmente el estrés, lo que incrementa los niveles de cortisol, perpetuando el círculo vicioso de estrés y mala alimentación”.
“Las personas comen en exceso para aliviar temporalmente el estrés, lo que incrementa los niveles de cortisol, perpetuando el círculo vicioso de estrés y mala alimentación”
Cuando esto ocurre, generalmente se abusa del consumo de hidratos de carbono y alimentos procesados. En concreto, los azúcares y algunas grasas son capaces de activar centros de recompensa cerebrales. Pero, ¿por qué son los alimentos preferidos en estos casos? La respuesta está en su fácil acceso y su sencillez de preparación. “El azúcar proporciona una energía rápida, mejorando momentáneamente el estado de ánimo. Sin embargo, puede llevar a caídas de energía y más antojos a lo largo del día”.
Además, el azúcar libera dopamina, un neurotransmisor clave en la regulación del placer y la motivación. El cuerpo busca repetir esta sensación, haciendo que la conducta se vuelva repetitiva y perjudicial. Esta situación explica por qué queremos consumir ciertos alimentos en determinados momentos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué, cuando estás estresado, quieres chocolate? El cacao es un alimento que contiene componentes que pueden mejorar temporalmente el estado de ánimo, y su contenido en azúcar y grasa lo vuelve altamente gratificante. Pese a todo, los alimentos pueden jugar también a nuestro favor. De hecho, hay algunos que, por sus características físicas, ayudan a la hora de reducir malas conductas alimentarias. “En general, las frutas o verduras crujientes suelen servir de ayuda, como la manzana, la zanahoria cruda o los frutos secos. Es también muy recomendable masticar muchas veces y tomar los alimentos sin cambiar su textura”.
SANAR LA MENTE PARA COMER BIEN
Para identificar los antojos emocionales, debemos hacer introspección y observar si nuestra alimentación sigue las recomendaciones saludables habituales, como realizar tres comidas principales al día y hacer refuerzos regulares cuando sean necesarios. “Si comemos a deshoras o notamos que recurrimos con frecuencia a la comida para sentirnos mejor, especialmente a alimentos dulces o procesados, debemos acudir a un profesional de la nutrición para evaluar la gravedad de la situación”.
"Si comemos a deshoras o notamos que recurrimos con frecuencia a la comida para sentirnos mejor, especialmente a alimentos dulces o procesados, debemos acudir a un profesional de la nutrición"
Así, cuando asociemos una importante impulsividad, sobrepeso o alteraciones emocionales, lo más recomendable será acudir a un especialista. La experta señala que, en estos casos, el tratamiento más efectivo será el que aborde la clave del problema: las alteraciones emocionales. Además, no pasar muchas horas sin comer puede ser un buen consejo, ya que esto aumentaría la ansiedad y favorecería el consumo de alimentos procesados o ricos en azúcar.
“Realizar las tres comidas principales, además de alguna toma pequeña a media mañana o en la merienda, es también recomendable. Para ello, se debe recurrir a alimentos saludables y saciantes, como los frutos secos, la fruta y los yogures”, concluye la experta. Con todo, se puede observar que la salud mental repercute en gran medida en nuestra alimentación, y nuestra alimentación repercute, a su vez, en nuestra salud. Cuidar de nuestra salud mental es el primer paso para alimentarnos de forma correcta.