Al regresar de las vacaciones es muy común volver con algún kilo de más, por lo que uno de los objetivos es hacer dieta; sin embargo, según Luis Navarro, director de Navarro Clínica, “las dietas no funcionan a largo plazo, siempre tienen el efecto rebote”.
Esta afirmación se basa en una conferencia de 1992, en la que el National Institutes of Health, en la que se concluyó que las dietas “producen pérdidas de peso a corto plazo. Desafortunadamente, la mayoría de las personas que logran perder peso lo recuperan”.
Y es que, a día de hoy, no hay ningún estudio científico que demuestre que las dietas funcionen a largo plazo. A pesar de ello las dietas son seguidas por millones de personas para adelgazar.
“La alternativa es liberarse de la mentalidad de dieta, dejar de controlar lo que comemos desde la cabeza”, explica Navarro; ya que, el control lleva a la ansiedad y ésta hace que comamos en exceso.
Si no tiene sentido beber agua sin tener sed, ¿tiene sentido comer sin tener hambre?
En este sentido, el especialista indica que el ciclo que repiten muchas personas es el siguiente: “Tengo sobrepeso, quiero adelgazar, controlo lo que como, siento ansiedad, como en exceso, más sobrepeso”.
A medida que nos liberamos de la mentalidad de dieta nos centrarnos en las sensaciones físicas en el estómago. Sólo hay que prestar atención unas 3 veces al día para saber si tenemos la sensación de hambre en el estómago. “Esto nos ayuda a dejar de comer automáticamente y elegir comer o no comer. Si no tiene sentido beber agua sin tener sed, ¿tiene sentido comer sin tener hambre física? Por esto la clave es escuchar al estómago y elegir”.
De este modo, la escucha del estómago para elegir si comer o no es el primer paso para perder kilos, seguido de disfrutar comiendo para sentir la saciedad. En este contexto, no se trata de masticar un determinado número de veces, sino de comer con la intención de saborear lo que tenemos en la boca. El placer nos llega a través de las papilas gustativas. Al comer así masticamos más o menos veces según la consistencia y textura del alimento para disfrutar todo su sabor. Curiosamente, al comer de este modo descubriremos la sensación de saciedad y podremos parar de comer.
A través del segundo paso, que es comer con la intención de disfrutar lo que tengo en la boca, sentiremos la saciedad y de esta forma, escuchando al estómago, comeremos menos, progresivamente y sin esfuerzo. Comeremos lo que nuestro cuerpo necesite, que suele ser menos de lo que comemos habitualmente. De esta forma adelgazamos de una forma saludable y sin pasar hambre.