La visibilidad que se le está devolviendo a la comida saludable es un paso imprescindible, teniendo en cuenta las altas tasas de incidencia de enfermedades cardiovasculares entre la sociedad. Sin ir más lejos, la obesidad es ya la llamada ‘epidemia’ de nuestros tiempos. Mientras que en los países empobrecidos el hambre representa uno de los mayores desafíos a los que hacer frente, en los países industrializados entre el 15% y el 30% de la sociedad sufre obesidad.
Concretamente en España, un 16% de los adultos mayores de 18 años padece esta enfermedad, mientras que si hablamos de sobrepeso, la incidencia asciende a 1 de cada 2 españoles. La preocupación se extiende, además, a la población infantil, en la que obesidad y sobrepeso afectan al 35% de las nuevas generaciones, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La alimentación saludable es una de las piezas clave en aras de combatir el riesgo cardiovascular. Sin embargo, da la sensación de que hoy en día todo está en el punto de mira. El mundo de las ensaladas parecía intocable, pero, tal y como se ha observado en los últimos años, lo ‘healthy’ no está exento de polémicas, algunas más necesarias que otras. Sin ir más lejos, la ensalada césar, uno de los platos verdes más populares, ha sido uno de los afectados. Algunas voces cancelaron públicamente esta comida porque algunos de sus ingredientes no eran del todo saludables, ¿pero qué hay de verdad en esta afirmación?
Para salir de dudas, Estetic ha contactado con Pablo Zumaquero (@zumpablo), Licenciado en Ciencias y Tecnología de los Alimentos y Diplomado en Nutrición Humana y Dietética, y nos cuenta lo siguiente:
¿QUÉ LLEVA UNA ENSALADA CÉSAR?
Para dar respuesta a la gran pregunta, conviene primero repasar cuáles son los ingredientes que componen la ensalada césar: lechuga, pollo troceado, anchoas, queso parmesano, picatostes, mostaza y salsa Worcestershire, zumo de limón, tema de huevo, ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y pimienta. Algunos de estos ingredientes se utilizan para hacer la salsa césar que acompaña a la ensalada y que le aporta un sabor más dulce y agradable.
“No deja de ser una ensalada”
Atendiendo a la composición de la ensalada césar, el nutricionista es claro y se muestra “totalmente a favor”, ya que “no hay que valorar un ingrediente individual, sino el plato en global”. Las cantidades de salsas que pueden sustituir al aceite de oliva virgen extra que incorporan otras ensaladas son "ridículas" y no deben representan ninguna preocupación. La única contraindicación que destaca el nutricionista va dirigida a los alérgenos, como por ejemplo al pescado, por las anchoas. También podría ser preocupante en los alérgenos al huevo o a los lácteos.
Sin embargo, esta comida “no deja de ser una ensalada”. El experto en Nutrición explica que “hay otros muchísimos productos que son mil veces peor sobre los que tendríamos que poner el foco y no en una ensalada que lleva algún trozo de pan frito o salsa césar”. Por lo tanto, le parece un “error garrafal” que haya gente que cuestione el valor y la calidad nutricional de esta ensalada.
“No hay que valorar un ingrediente individual, sino el plato en global”
Además, Zumaquero destaca que aderezar las ensaladas de esta forma puede resultar muy positivo para aquellas personas a las que les agrade menos el sabor de los vegetales y que les cuesta comer saludable: “Es una opción de que se coman una ensalada y que la consuman de forma habitual”, afirma. Un hábito que, de hecho, puede sentar costumbre de cara a los eventos sociales, en los que quizá se opta por alimentos menos sanos: “No se puede comparar en absoluto una ensalada césar con un perrito caliente, por ejemplo”, indica.
En definitiva, el nutricionista no ve correcto “meter miedo con una ensalada césar”. De hecho, se muestra muy partidario de ella, ya que “comer una ensalada con lechuga, tomate y cebolla, sin nada más, es muy aburrido y la gente se lo puede tomar como un castigo”. Con alternativas como este tipo de ensalada, la sociedad se acerca al consumo de verduras. Además, recuerda que los ingredientes no dejan de ser saludables y se distribuyen de forma equilibrada en el plato.