Actualmente no hay dudas de la importancia de una dieta rica y variada para tener una buena salud, del mismo modo que ya nadie cuestiona que el consumo de leche, así como de otros alimentos lácteos, debe ocupar un lugar privilegiado dentro de esa dieta.
Y es que se trata de un producto que cuenta con una gran variedad de nutrientes. Concretamente, son especialmente ricos en proteínas, que contribuyen a aumentar y conservar la masa muscular; ricos en calcio de fácil asimilación, que contribuye al crecimiento y desarrollo normal de los huesos y dientes; y son, además, una importante aporte de vitaminas, sobre todo riboflavina y vitamina B12.
Además, tal y como recuerdan desde la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), por su composición variable en agua, lactosa, grasa, proteínas, vitaminas y minerales, los productos lácteos se adaptan muy bien a todo tipo de dietas, y permite cubrir las necesidades nutricionales de los distintos grupos de población.
Diferentes estudios, avalados por organizaciones internacionales, recomiendan el consumo de queso curado o semicurado, yogur y otras leches fermentadas
En este sentido, durante la infancia, es básica en la alimentación porque contiene mucho calcio y es muy importante en el desarrollo de los huesos y, por lo tanto, en el crecimiento de los niños; en la adolescencia, es importante tener un aporte óptimo de calcio para adquirir una masa ósea adecuada y reducir el riesgo de osteoporosis de adulto; durante la edad adulta es uno de los principales nutrientes para las embarazadas y los deportistas; mientras que, durante la vejez, se recomienda su consumo, no solo porque reduce el riesgo de hipertensión y mejora la salud de los huesos, además se ha relacionado con una reducción del riesgo de ictus.
No obstante, muchas veces la población evita su consumo por problemas en la digestión de la lactosa. Es un error común y extendido que no debería producirse ya que los beneficios de estos productos para la salud son de difícil reemplazo, puesto que pocos alimentos son tan completos. De hecho no se puede conseguir, a través de una fuente natural, suficiente calcio sin tomar productos lácteos.
En estos casos, diferentes estudios, avalados por organizaciones internacionales, recomiendan el consumo de queso curado o semicurado, yogur y otras leches fermentadas, ya que la lactosa se hidroliza en la fermentación. Aunque si existe un producto altamente recomendado es el yogur, que contiene menos cantidad de lactosa que la leche y las bacterias que lo fermentan expresan lactosa funcionante con lo que además mejora su digestión.
Además el yogur es un alimento que se adapta perfectamente a una dieta nutricionalmente adecuada. En los niños su consumo es fácil y divertido, además puede incorporarse en cualquiera de las cinco comidas diarias recomendadas; en el caso de los adultos, sobre todo aquellos que llevan una vida ajetreada, se trata de un tentempié nutritivo, saciante y que ayuda a mantener el nivel de actividad; y en el caso de los mayores, que es la población que se puede ver más afectada por la mala digestión, les proporciona un mejor control de la glucosa.
A estas propiedades, hay que sumar que, según un reciente estudio publicado en 'European Journal of Clinical Nutrition', el consumo de yogur se ha asociado con patrones de alimentación y estilos de vida saludables, una mejor calidad de la dieta y perfiles metabólicos más saludables.