La diabetes, la obesidad y otras enfermedades relacionadas con el consumo de azúcar se ha ido incrementando de manera preocupante durante los últimos años. Las autoridades sanitarias señalan al exceso de azúcar blanco como el culpable principal, y ante las evidencias científicas, muchos tratamos de sustituir su consumo por otros edulcorantes artificiales.
Alternativas como el aspartamo, la sucralosa y el esteviósido son químicamente diferentes al azúcar, pero también activan los receptores de la lengua que permiten al cerebro saber que la persona está comiendo o bebiendo algo dulce.
Sin embargo, la última investigación llevada a cabo por la Universidad de Manitoba, en Winnipeg (Canadá) señala que estos endulzantes pueden no estar libres de riesgo. Para ello, los autores del estudio han revisado 37 trabajos que relacionan los edulcorantes no nutritivos con el aumento de peso, una presión arterial alta, y como factor de riesgo de padecer diabetes tipo II.
"Es hora de que la ciencia vea los beneficios, si es que hay alguno, para ver si eso es suficientemente significativo como para compensar los riesgos que se han destacado", concluyó Meghan Azad, autora principal de la investigación.
"Es hora de que la ciencia vea los beneficios, si es que hay alguno, para ver si eso es suficientemente significativo como para compensar los riesgos que se han destacado"
Alternativas como el aspartamo, la sucralosa y el esteviósido son químicamente diferentes al azúcar, pero también activan los receptores de la lengua que permiten al cerebro saber que la persona está comiendo o bebiendo algo dulce.
Sin embargo, la última investigación llevada a cabo por la Universidad de Manitoba, en Winnipeg (Canadá) señala que estos endulzantes pueden no estar libres de riesgo. Para ello, los autores del estudio han revisado 37 trabajos que relacionan los edulcorantes no nutritivos con el aumento de peso, una presión arterial alta, y como factor de riesgo de padecer diabetes tipo II.
"Es hora de que la ciencia vea los beneficios, si es que hay alguno, para ver si eso es suficientemente significativo como para compensar los riesgos que se han destacado", concluyó Meghan Azad, autora principal de la investigación.