El suelo pélvico consiste en un grupo de músculos que forman un ‘colchón’ a través de la pelvis. Estos músculos mantienen en su sitio los órganos pélvicos, como son el útero, la vejiga o los intestinos, para que puedan funcionar correctamente. Sin embargo, hay ocasiones en los que estos músculos y sus tejidos conectivos se debilitan o sufren algún daño, dando lugar a trastornos del suelo pélvico como problemas de control de la vejiga o problemas de control intestinal.
La prevalencia de los trastornos del suelo pélvico aumenta con la edad, especialmente cuando las mujeres se acercan a la menopausia. La privación de estrógenos durante esta etapa, el envejecimiento natural, los antecedentes reproductivos y otros factores que aumentan la presión intraabdominal pueden provocar un fallo estructural y funcional del suelo pélvico. Pero las cuestiones físicas no son las únicas que afectan.
“Se ha estudiado muy poco la conducta alimentaria como posible factor de riesgo de los trastornos del suelo pélvico”
Las opciones de estilo de vida, como la calidad de la nutrición y la conducta alimentaria, pueden tener también un efecto significativo en los mecanismos de los trastornos del suelo pélvico. Ahora, un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Jyväskylä, pone el foco en la conducta alimentaria como uno de los factores responsables de esta situación. “Se ha estudiado muy poco la conducta alimentaria como posible factor de riesgo de los trastornos del suelo pélvico”, afirma la investigadora doctoral Mari Kuutti, de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Salud de la Universidad de Jyväskylä. “Hemos estudiado cómo los trastornos alimentarios pueden afectar a la aparición de los síntomas”.
Los trastornos alimentarios incluyen comer en exceso, comer de forma restrictiva y alternar entre ambos comportamientos. “Descubrimos que las mujeres que informaron tener trastornos alimentarios tenían más probabilidades de experimentar síntomas de trastornos de suelo pélvico que aquellas mujeres que tenían una alimentación normal”, señala Kuutti. Entre los trastornos estudiados se encontraron incontinencia urinaria de esfuerzo, incontinencia urinaria de urgencia, incontinencia fecal y estreñimiento y dificultades para defecar.
LOS TRASTORNOS DEL SUELO PÉLVICO, UNA CONDICIÓN COMÚN
En la investigación, que forma parte del estudio ERMA, participaron más de 1.000 mujeres de entre 47 y 55 años de la región de Jyväskylä. Las participantes informaron sobre su comportamiento alimentario, así como sobre factores demográficos como edad, índice de masa corporal, educación, carga de trabajo físico y actividad física. También dieron a conocer factores ginecológicos como gestacionales, paridad, estado menopáusico e histerectomía, mediante cuestionarios.
“Estudiamos las posibles asociaciones negativas y positivas de los alimentos finlandeses comunes con los síntomas de los trastornos del suelo pélvico”
Del total de participantes en el estudio, más de la mitad presentaban síntomas de trastornos del suelo pélvico. Además, el más común era la incontinencia urinaria de esfuerzo. El estudio arrojó luz sobre la idea de que la conducta alimentaria y el consumo de ciertos alimentos está asociado a la aparición de síntomas de los trastornos del suelo pélvico.
“Estudiamos las posibles asociaciones negativas y positivas de los alimentos finlandeses comunes con los síntomas de los trastornos del suelo pélvico”, afirma Kuutti. “Por ejemplo, un mayor consumo de alimentos procesados y preparados y comida rápida aumentó el riesgo de sufrir síntomas de incontinencia urinaria de esfuerzo y de urgencia. En contraposición, un mayor consumo de frutas y una dieta de mayor calidad en general redujeron el riesgo de incontinencia urinaria de esfuerzo”.
En cualquier caso, a modo de medida preventiva, es importante evaluar el comportamiento alimentario de las mujeres con riesgo de presentar estos síntomas, para poder brindar orientación hacia patrones saludables. Los buenos hábitos, especialmente en lo que a alimentación se refiere, son fundamentales para mantener nuestro cuerpo en el mejor estado de salud posible. Así, seguir unos patrones de comida sanos es fundamental para nuestro bienestar.