La leche es el primer alimento que ingerimos en nuestras vidas y el que nos aporta los nutrientes necesarios para crecer y desarrollarnos correctamente, así como para prevenir el desarrollo de determinadas enfermedades. Pero amamantar a los bebés es siempre una opción, ya que hay mujeres que producen ninguna o muy poca leche. Afortunadamente, hay alternativas, como la leche de vaca (la más similar a la materna) o la leche de fórmula especial para bebés.
En cualquier caso, es un producto indispensable en la alimentación de cualquier niño, pero a medida que vamos creciendo se vuelve prescindible, y sobre esto sí que hay mayor desconocimiento. Así que aprovechando que hoy es el Día Mundial de la Leche, vamos a aclarar muchas dudas que circulan al respecto de la lactancia materna.
"La lactancia materna debe ser 'a demanda', sin horario fijo"
Desde la Asociación Española de Pediatría(AEPED) explican que efectivamente la leche materna es el alimento fundamental que debe conformar la dieta de un bebé durante sus seis primeros meses de vida. Transcurrido este tiempo, aparecerá la alimentación complementaria.
Durante esta etapa, Paula Lalaguna Mallada desde el Comité de Lactancia Materna de la AEPED, explica que “hasta el año de edad, se debe ofrecer primero el pecho y después los otros alimentos, ya que la leche materna sigue siendo el alimento fundamental”. Esta medida deberá prolongarse durante los dos primeros años de vida del niño, aunque el número de tomas irá disminuyendo de forma paulatina. Es lo que conocemos como el destete.
MITOS SOBRE LA LACTANCIA MATERNA
También desde la AEPED, la pediatra Marta Díaz Gómez responde a varios mitos relacionados con la lactancia materna, un momento clave para establecer un vínculo especial entre la madre y el hijo y sobre el que circulan informaciones falsas.
Uno de los mitos más extendidos es que la lactancia deforma los pechos de las mujeres. La experta explica que esta afirmación es falsa, pues “el principal cambio del pecho se produce durante el embarazo, independientemente de que la madre lacte o no”. Además, aquí influyen otros factores, como la edad de la madre, su genética o su forma física.
Otra de las creencias es que la madre debe comer y beber más cantidad que de costumbre en su día a día para poder producir leche, cuando en realidad no hay evidencias científicas de que esto sea así. Adicionalmente, en función de lo que coma la mujer, sí que puede cambiar el sabor de la leche materna, pero este hecho “favorecerá que el bebé acepte los nuevos sabores cuando se introduzca la alimentación complementaria”. También queda descartado que los alimentos consumidos por la madre generen gases en el niño.
El dolor al amamantar puede ser “un signo de mal agarre, infección u otros problemas"
Respecto a las tomas, “la lactancia materna debe ser a demanda, sin horario fijo”, afirma la experta, para satisfacer las necesidades del bebé y que el vaciado de la mama estimule la producción de leche. Esto no es malcriar al niño, como dicen algunas voces, sino establecer un fuerte vínculo afectivo madre-hijo. Y el mejor consejo es vaciar un pecho antes de ofrecer el otro “para que el bebé obtenga la leche más rica en grasas”, que es la que sale al final.
Si la leche es más acuosa, no quiere decir que alimente poco al niño. “La primera leche que sale del pecho, al comenzar la toma, contiene más lactosa y su aspecto es más acuoso”. Como hemos adelantado anteriormente, la parte final de la toma contiene más grasas y es más densa. Por otro lado, la pediatra confirma que si hay dolor es señal de que algo no va bien. Puede ser “un signo de mal agarre, infección u otros problemas en la mama”, así que es recomendable acudir al médico para que evalúe el caso.