La alimentación de un niño se convierte en prioridad dentro de cualquier familia, así que, ¿por qué no aplicar los mismos cuidados y la misma manera de disfrutar de la comida en nuestra rutina diaria? Esta nueva forma de llevar una alimentación equilibrada se centra no solo en qué alimentos comer, sino también en el cómo: guiarse por la intuición y, sobre todo, centrándose en los sabores y texturas.
Seguir una dieta saludable es más fácil cuando los alimentos nutritivos son más accesibles. Pero, no es suficiente simplemente con comprar las mejores opciones. Por ello, una de las claves es tener esos alimentos en un sitio en el frigorífico donde los puedas ver, no escondidos en una esquina de la nevera. De esta forma, harás que los alimentos saludables sean más atractivos.
Acostúmbrate a servir alguna verdura en cada comida y cortar trozos de fruta para el desayuno la noche anterior
Crea un frutero visualmente atractivo o un plato de verduras crudas que se mastiquen con facilidad. Haz que la comida sana sea una norma en tu casa y acostúmbrate a servir alguna verdura en cada comida y cortar trozos de fruta para el desayuno la noche anterior. Esto te ayudará a que cojas un puñado de cerezas, en lugar de un puñado de patatas fritas.
Colca el congelador para que puedas ver los guisantes congelados y los granos de maíz, ideales para ensaladas, en lugar del helado. Saca las galletas saladas, las patatas fritas y los cereales de la despensa para que no sean lo primero que veas al planificar una comida.
Y cuando vaya de compras al supermercado, llena al menos la mitad de su carrito con frutas y verduras, de la misma manera que las pautas de nutrición dicen que debes llenar el plato en cada comida.
Y recuerda, si una comida pobre en nutrientes no está en su cocina como primera opción, tú y tus hijos no tendréis la tentación de comerla.