Con el calor y las vacaciones, tendemos a relajarnos y dejar de lado algunos de los hábitos que tanto nos ha costado implementar para llevar una vida sana. Hacer ejercicio, comer a la misma hora o apostar por una alimentación saludable son algunas de las costumbres que más tratamos de mantener y que, llegados a la época estival, solemos abandonar.
Pero, el verano ha llegado a su fin y, con la vuelta a la rutina, podemos enfrentarnos con algunos cambios no deseados como los kilos de más acumulados a lo largo del verano. En ese sentido, investigaciones de la Crononutrición determinan que sintonizar las principales ingestas con nuestros biorritmos ayuda a eliminarlos.
DESAJUSTE DE HORARIOS
La Crononutrición es la disciplina científica que se encarga de estudiar los procesos biológicos en el contexto de los ritmos cíclicos. Es decir, cada 24 horas, existe una relación entre el funcionamiento del sistema circadiano con alimentación y la regulación metabólica. En ese sentido, importa qué comemos y cómo lo hacemos, así como el cuándo, puesto que el momento determina el curso metabólico de digestión, absorción de nutrientes y producción o almacenamiento de energía.
Las cenas tardías obstaculizan la pérdida de peso
Es por ello que, el Dr. Tallaj va más allá cuando habla de las vacaciones, puesto que “la falta de orquestación entre los hábitos alimentarios y la dimensión tiene consecuencias directas en el circuito neuroendocrino, la fisiología intestinal y la microbiota residente”.
RELOJES EN EL TEJIDO ADIPOSO
Tal y como explica el Dr. Tallaj, la alimentación es uno de los sincronizadores más importantes de nuestros relojes internos, junto con la luz y el ejercicio. Entre ellos, se encuentra uno singular, que es el tejido adiposo, capaz de activar o desactivar los genes implicados en la pérdida y aumento de peso. Este reloj, se expresa en función de los horarios y se pone en hora cuando comemos, al mismo tiempo que otros relojes vinculados a la digestión como el del páncreas, hígado, intestino y estómago. Por ello, entendemos la cronodisrupción como las comidas que se producen a deshoras e implican un desfase entre los relojes periféricos y el central del hipotálamo, lo que responde a una de las dudas más frecuentes: ¿por qué comer tarde dificulta la pérdida de peso?
DESAYUNO
“Desayuna como un rico y desayunar como un pobre”, este dicho tiene su explicación en nuestros relojes internos. La puesta de sol estimula la secreción de la melatonina, que es la hormona encargada del sueño, pero también tiene una gran influencia en los procesos enzimáticos como la asimilación de nutrientes. Un ejemplo son los carbohidratos, que deberían consumirse antes, para metabolizarse adecuadamente y evitar el sobrepeso. Igualmente, la insulina que el páncreas libera también se ve afectada por los horarios.
A las 12 del mediodía el tejido adiposo registra hasta una sensibilidad máxima a la insulina. Por su parte, a las 12 de la noche, tienen un 50% menos de tolerancia, lo que implica un mayor riesgo de calorías. Además, las cenas tardías tienen un problema añadido y es la lucha entre la melatonina y la insulina, que empeoran la curva de la glucosa.