Si se confirman resultados similares en humanos, supondría un gran avance en la lucha contra la obesidad
El estudio, realizado en ratones, ha mostrado que en el momento en el que las células envían señales a través del cerebro, los ratones disminuyeron su ingesta de comida un 25%, según explica Richard Huganir, director de la universidad Johns Hopkins de Estados Unidos. Por el contrario, cuando se produce la desconexión de las células que provocan saciedad en el cerebro, los ratones comen más y el resultado es un aumento del doble de su peso en tres semanas.
Estos resultados han sido publicados por la revista Science, con detalles importantes sobre el funcionamiento de las células que indican cuándo dejar de comer en cerebros de animales. Si se confirman resultados similares en humanos, se conocerían nuevas formas innovadoras para luchar contra la obesidad.
Estas células se encuentran en una pequeña región del cerebro llamada núcleo paraventricular, zona que se encarga de enviar y recibir señales relacionados con el apetito y la ingesta de alimentos.
Hay una enzima llamada OGT, que está implicada en muchas funciones corporales, incluyendo el uso de insulina y azúcar, que desempeña un papel clave en el proceso de estimulación de las conexiones sinápticas, las señales eléctricas o químicas que pasan de una neurona a otra.
La ausencia de la enzima OGT provoca que el animal no distinga cuando está saciado
Cuando se desactiva el gen de la enzima OGT, los ratones comen más, además, comen porciones más grandes debido a que la ausencia de la enzima interfiere en la capacidad del animal para detectar cuándo estan llenos.Olof Lagerlóf, estudiante de doctorado de la Universidad Johns Hopkins, señala que “los ratones no entienden que han comido suficiente, por lo que siguen comiendo”.
“Creemos que hemos encontrado un nuevo receptor de la información que afecta directamente a la actividad cerebral y la conducta alimentaria, y si esto afecta a las personas, se puede avanzar en la búsqueda de fármacos y otros medios de controlar el apetito”, destaca Lagerlóf.
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