La frase ‘somos lo que comemos’ no está formulada al azar: nuestra alimentación repercute en gran medida en nuestra salud, nuestro bienestar y estado de ánimo e, incluso, en nuestro comportamiento. Es por ello que cuidar lo que ingerimos es un pilar fundamental de nuestra vida, un aspecto del que cada vez más personas son conscientes, optando por alimentos saludables y teniendo muy en cuenta la composición de los envases. Pero, ¿es este el verdadero problema? La respuesta la ofrece la química y divulgadora científica Deborah García Bello a través de su cuenta de Instagram (@deborahciencia).
En concreto, la experta ha compartido una publicación señalando que el problema de los tóxicos en la alimentación radica en que somos demasiado laxos con la aplicación de la normativa europea sobre seguridad alimentaria para frutas y verduras importadas. Pese a que esta normativa es extremadamente restrictiva y está bien formulada, no se puede analizar todo el producto uno a uno, por lo que hay formas de colar lotes contaminados.
Generalmente, se hacen controles aleatorios de todo lo que entra, permitiendo detectar pesticidas prohibidos o en cantidades por encima de lo permitido. En este sentido, es poco probable que entre mercancía que no cumple la normativa, “pero ese riesgo existe y lo sabemos, porque ha habido alertas alimentarias por este motivo”.
"Los científicos hablamos de riesgos fehacientes, no de conjeturas alarmistas"
EL PROBLEMA DE LOS PRODUCTOS IMPORTADOS
Una de las principales características de la normativa europea es que restringen al máximo los productos permitidos para emplear en alimentos que van a ser consumidos. Sin embargo, en el extranjero, sí pueden utilizar algunos fitosanitarios para producir más o que el producto conserve un buen aspecto durante más tiempo.
“Es decir, les sale más rentable y pueden vender más barato que lo que se produce en Europa, incluso sumando el transporte”. Esta situación, además, genera un problema de competencia con el producto nacional. Por ello, siempre va a ser mejor elegir productos de proximidad.
La experta concluye su publicación apostando por productos de calidad y que no perjudiquen la salud. “Cuando se dice que ‘los científicos exigimos alimentos libres de tóxicos’, no estamos metiendo miedo sobre los plásticos o los disruptores endocrinos de los envases. Los científicos hablamos de riesgos fehacientes, no de conjeturas alarmistas”.