Muchas veces nos sentimos cansados y sin energías sin saber muy bien de qué puede tratarse, incluso desde primera hora de la mañana. Es cierto que nunca hay que dar nada por hecho sin visitar previamente a nuestro médico, como, por ejemplo, autodiagnosticarse déficits o enfermedades. Pero para poner todo de nuestra parte y contribuir a la salud de nuestro organismo, en nuestro día a día hay que cuidar de unos orgánulos diminutos pero indispensables para el correcto funcionamiento humano: las mitocondrias.
Antonio Valenzuela, fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología Clínica, experto en terapia ortomolecular y autor del nuevo libro ‘Activa tus mitocondrias’, explica en el Podcast de ConSalud qué son estas “factorías de energía” del cuerpo humano, ubicadas por miles en cada una de nuestras células (a excepción de los glóbulos rojos) y con otras funcionalidades tan importantes como la regulación del calcio en la célula, su correcto funcionamiento y la producción de radiación infrarroja para la regulación de la temperatura corporal.
Dado que estas partes de la célula son las encargadas de transformar la energía para cumplir con todas las funciones vitales, un fallo mitocondrial afectaría a todos los niveles. Incluso, según el experto, toman parte activa en todas las enfermedades y síntomas, ya que “hay mitocondrias en todas las células de nuestro cuerpo”, por lo que todo él se vería afectado cuando no empiezan a funcionar. ¿Y cómo podríamos cuidarlas? Aunque en su libro Antonio Valenzuela nos ofrece muchos consejos de rutina saludable, la alimentación también es parte de ello. ¡Vamos a verlo!
ALIMENTOS QUE CUIDAN DE NUESTRAS MITOCONDRIAS
El primer alimento que el experto destaca en su libro para el cuidado de las mitocondrias es el agua filtrada. Exacto, ¡filtrada! Porque “el agua que bebemos, afortunadamente es potable, pero eso no significa que sea óptima”. Valenzuela indica que el agua del grifo tiene residuos de cloro, flúor y de otras sustancias que son tóxicas. Para evitar ingerir esos tóxicos, recomienda utilizar filtros de carbón activado, elaborados a base de cerámica o de coco.
Otros de los alimentos “indispensables” para la mitocondria son los vegetales de hoja verde. Aquí podemos incluir la acelga, la espinaca, el aguacate, o las brassicas como el kale, la coliflor, el brócoli y la rúcula… Según el experto, “el pigmento verde es sinónimo de magnesio y el magnesio es un nutriente esencial para que la mitocondria pueda producir ATP, es decir, la energía”. De hecho, deberíamos valorar la opción de incluir suplementos de magnesio en nuestra dieta para aumentar el aporte de este mineral esencial. “Sin magnesio no hay energía”, recuerda Valenzuela.
"La grasa saludable es muy interesante para bajar la inflamación y mejorar la función mitocondrial”
Siguiendo con los vegetales, las verduras brassicas contienen sulforafano, un fitoquímico (sustancia presente en las plantas) que protege a las mitocondrias del daño oxidativo. Por otro lado, son recomendables las frutas, dado que “son ricas en antioxidantes”, así como los frutos rojos, “en especial los arándanos, que contienen antocianina”, otra sustancia que actúa contra el daño celular.
Además de todos estos vegetales, el experto señala la importancia del consumo de alimentos ricos en grasas saludables, tales como el aguacate, los frutos secos con las nueces, el aceite de oliva, el omega 3 presente en los productos del mar, el pescado, el marisco… “Es muy interesante para bajar la inflamación y mejorar la función mitocondrial”, comenta. Además, nos ha dejado un consejo nutricional muy valioso, desvelándonos cuál es “el alimento que tiene todos los nutrientes indispensables para que una mitocondria funcione bien, con las vitaminas A, E y K, grasas omega 3, coenzima Q10 y ácido glicólico”: el hígado de bacalao. Podemos encontrarlo ahumado o en conserva, “sabe parecido al paté” y su aceite también es muy bueno para nuestro organismo.
COMIDA BASURA Y MITOCONDRIAS
Como ya sabemos, la comida basura es una gran nociva para nuestra salud y también para nuestras mitocondrias. Pero vamos a descubrir por qué de la mano de Antonio Valenzuela: “La comida basura, encarnada en los famosos ultraprocesados, son productos comestibles diseñados para que los comamos en mayor cantidad de la que necesitamos. Es decir, son bombas generadas con grasas, azúcar y sal con aditivos químicos para hacerlos hiperpalatables”, señala.
Cuando ingerimos ultraprocesados, en nuestras mitocondrias suceden algunos procesos simultáneos, como por ejemplo, un exceso de calorías. Con este exceso “saturamos a las mitocondrias de ‘gasolina’”, tanto que “gripamos el motor y la pobre mitocondria no puede funcionar”. Además, este grupo de alimentos es carente en sustancias fundamentales para que se produzca la activación mitocondrial: en vitaminas, en minerales, en fitoquímicos, en magnesio y en vitaminas D, E y K.
“Cuantos menos de estos productos comestibles ingiramos y más comida real, muchísimo mejor”
Al experto no se le olvida destacar “la baja calidad de los productos con los que están hechos”, generalmente "con grasas de mala calidad que son muy nocivas porque, cuando entran en la mitocondria para ser quemada, la dañan produciendo más estrés oxidativo, degradándola”. Otro último aspecto que reseña Valenzuela es que la comida basura "es altamente proinflamatoria", un proceso que también daña a la mitocondria y que es contrario a lo que estos orgánulos necesitan.
Antonio Valenzuela nos cuenta que “podríamos estar diciendo muchas cosas más” sobre la relación entre nuestra alimentación y la salud de nuestras mitocondrias, pero no es nada que no podamos encontrar en su nuevo libro. Así que nosotros nos quedamos con toda esta información y con una última frase del experto: “Cuantos menos de estos productos comestibles ingiramos y más comida real, muchísimo mejor”.