Cuando llega al mundo un recién nacido, es muy normal que aparezcan cientos de dudas con cualquier asunto que involucre a nuestro bebé, especialmente si somos madres y padres primerizos. ¿Cómo cogerle correctamente? ¿Es normal que después de tomar el pecho materno, defeque inmediatamente? ¿Necesita beber agua? ¿Cómo y cuándo puede empezar a usar el chupete? ¿Qué ocurre si le cuesta engancharse al pezón o se revoluciona durante las tomas? Estas son solo unas cuantas de las miles de preguntas que, si no te has hecho ya, probablemente vayas a hacerte en los próximos meses de vida de tu bebé.
Lamentablemente, los niños no llegan con un manual bajo el brazo y, aunque cada vez existe más visibilización y divulgación sobre el cuidado infantil, aún queda mucho para el conjunto de la sociedad aprenda sobre estos temas y se genere una conciencia común. Por ejemplo, una de las situaciones que más preocupan a las familias de los bebés que practican la lactancia materna es cuando muestran caras de fuerza e incluso llegan a ponerse colorados o iniciar el llanto antes de expulsar la caquita. Como es comprensible, muchos padres y madres se alarman, pensando que se trata de algún problema digestivo de su pequeño. Sin embargo, se trata simplemente del fenómeno de la disquecia del lactante.
¿QUÉ ES LA DISQUECIA DEL LACTANTE?
La disquecia del lactante es un trastorno completamente normal y transitorio, muy común en los bebés lactantes menores de 6 meses. Se caracteriza porque el niño hace fuerza, pudiendo encoger las piernas y apretar su tripita para intentar vaciar el contenido de sus intestinos, haciendo que su cara se ponga colorada. Este proceso puede durar en torno a los 5 - 15 minutos y, en algunos casos, el bebé podría no llegar a expulsar nada porque esa fuerza que hace, solo consigue cerrar el ano en vez de abrirlo para dejar ir las heces.
El trastorno de la disquecia del lactante suele resolverse por sí solo, antes de los 6 meses
Muchos papás y mamás confunden este trastorno con el estreñimiento, pero lo podrán diferenciar por la calidad de sus caquitas. En el caso del estreñimiento, los bebés mostrarán verdadera dificultad a la hora de defecar, con deposiciones duras, en forma de bolitas y de textura seca. Incluso puede que no hagan nada durante días, lo que les genera molestias en el abdomen e irritabilidad. Ahí reside la gran diferencia, pero ante la duda, recomendamos asistir al médico para que pueda ofrecer una valoración clínica.
¿CÓMO AYUDAR A MI BEBÉ?
Generalmente, este trastorno se resuelve por sí solo en torno a los 6 meses y no va acompañado de más complicaciones. Lo que sí podemos hacer es ayudarle con determinados movimientos para tratar de que expulse más rápido las heces, tal y como ha explicado la Dra. Celia Padilla, matrona y fisioterapeuta que acumula más de 137.000 seguidores en su canal de Instagram (@ohmama.matrona). Estos es lo que propone la experta:
- Masajes en la tripa en el sentido de las agujas del reloj: aplicar leve presión sobre el abdomen del bebé favorece la movilidad y el tránsito intestinal, por lo que también puedes utilizar este consejo para que expulse gases.
- Ejercitar sus piernas: con el mismo objetivo que con el masaje en la tripa, puedes cogerle de los pies y suavemente realizar el movimiento de la bicicleta durante un par de minutos. También puedes cogerle de los dos pies a la vez para mover sus piernas en círculos.
- Mantenerle en posturas verticales: puesto que el bebé se pasa la mayor parte del día tumbado, cogerle en postura vertical y practicar el porteo contribuyen a facilitar y agilizar su movilidad intestinal.