La adicción a las pantallas o pantallismo es ya una (triste) realidad que preocupa especialmente por su incidencia entre la población más joven. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 23,3% de los jóvenes realiza un uso abusivo del móvil y tiene un riesgo elevado de adicción, mientras que un 13,2% ya es totalmente dependiente de las pantallas.
Con las vacaciones de verano en curso, que en los más pequeños se prologan durante más de dos meses, vivimos una época potencial para el incremento del pantallismo. Y, con el objetivo de prevenirlo y de poder indicar a las familias cómo proceder según la pauta profesional, Estetic ha contactado con María Quevedo, psicóloga y Directora Sanitaria y de Tratamiento de RECAL, donde atienden a jóvenes pacientes con este problema.
En primer lugar, la experta aconseja “laprevención antes que la prohibición”, algo para lo que la figura de los padres o responsables es muy importante. Serán ellos quienes guíen y acompañen a los niños en el proceso, permaneciendo atentos antes de que llegue el problema, pues “de nada sirve prohibir cuando el comportamiento adictivo ya está en marcha”:
“Es infinitamente mejor educar desde el principio y estar presente, para que no se llegue a producir dicho comportamiento, y estar atentos a las señales de alerta. Cualquier prohibición que se le haga a una persona adolescente le va a dar más ganas de hacerla, porque lo prohibido a esas edades llama mucho más la atención”, recuerda la psicóloga.
"Una buena medida es la de buscar todos los días un rato para compartir en familia, por ejemplo, el momento de la cena"
El tiempo de calidad en familia se posiciona como una buena herramienta para conocerse mejor y poner en común las inquietudes de todas las partes. Pero compartir pequeños momentos juntos a diario, como en la cena o en la comida, puede dar pistas sobre síntomas o conductas que se salen de lo normal en los niños y que pueden llevarnos a sospechar que “algo le está pasando”.
En la medida de lo posible, también es recomendable disfrutar al aire libre, como puede ser en el campo, algo que “hace desconectar mucho del móvil y, por tanto, conectar con el mundo inmediato que nos rodea”. A este respecto, la experta recuerda que los padres deben dar ejemplo del buen uso de las tecnologías, pues “son la referencia para sus hijos”. En cambio, si abusan del móvil y no están presentes con sus hijos, “lo más probable es que acaben imitando esas conductas porque es lo que consideran normal”.
Por otro lado, la psicóloga insta a fomentar la motivación intrínseca o “explorar los intereses de los hijos y fomentarlos, siempre y cuando no sea forzado”. Incluso es posible que padres e hijos puedan compartir algunos. De esta forma podrán desarrollar el pensamiento crítico, un elemento “vital” para los niños porque “previene de otras adicciones”.
"El aumento del uso del móvil y las nuevas tecnologías ha hecho que la gente pierda el miedo a vincular sus datos al móvil u otro aparato"
En relación con las adicciones, Quevedo destaca la nomofobia y el FOMO, dos miedos irracionales emergentes en la sociedad. Se entiende por nomofobia al miedo irracional a quedarse sin batería, una condición que puede hacer que las personas que lo sufren “magnifiquen las consecuencias de lo que pasaría si nos llegamos a quedar sin batería, con un pensamiento catastrofista”.
Con esta fobia lo que ocurre, más bien, es que debemos asegurarnos de que tendremos nuestros dispositivos electrónicos con la batería cargada antes de salir de casa para que duren todo el día. De esta forma se añade “una preocupación más a nuestra vida diaria, con las consecuencias que eso acarrea para nuestra salud mental”, expone la experta.
Por otro lado, el FOMO (por sus siglas en inglés, Fear Of Missing Out) significa miedo a perderse algo. “Es un miedo nuevo que antes del uso de las tecnologías no se daba de manera tan masiva”, pero que se caracteriza por sentir la necesidad de permanecer continuamente conectado a las pantallas para enterarse de todo, “aunque paradójicamente desconecte de su entorno más inmediato”.
"La necesidad constante de estar informado genera mucho desgaste mental y malestar"
El FOMO “genera tensión y alarma constante, pues la simple idea de estar perdiéndose algo ya provoca ansiedad en las personas que lo padecen”. Uno de los síntomas de esta fobia podría ser buscar constantemente el significado de lo que no sabemos en internet. “Realmente es más útil para nosotros tolerar la duda y aceptar que es imposible saberlo absolutamente todo, porque la necesidad constante de estar informado genera mucho desgaste mental y malestar”, indica Quevedo.
A todo ello hay que añadir que, con el aumento del uso del móvil y las nuevas tecnologías, “la gente está perdiendo el miedo a vincular sus datos al móvil u otro aparato”. Aunque es cierto que facilita el uso y acceso de los servicios del móvil, también representa un riesgo, pues “perdemos el control de dichos datos cuando aceptamos las condiciones sin leerlas detenidamente”.
La psicóloga recuerda, en último lugar, que si alguno de nuestros pequeños, adolescentes o jóvenes presenta signos de dependencia de las pantallas, lo ideal es “preguntarle, escucharle y proponerle buscar ayuda psicológica”. Como consejo, recomienda no hacer mención a la existencia de la adicción, ya que “probablemente no lo considere un problema, sino una solución a otros problemas”. Todos ellos se pueden trabajar en terapia profesional.