La prevención y el diagnóstico temprano, “vitales” para abordar los TCA en adolescentes

Paula Gadea, psicóloga especializada en TCA, explica en Estetic qué herramientas de prevención deben aplicarse entre la población joven para prevenir los Trastornos Alimentarios

Joven adolescente llorando en el baño por TCA (Foto. Freepik)
Joven adolescente llorando en el baño por TCA (Foto. Freepik)
28 abril 2024 | 10:00 h

La incidencia de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) es preocupante, pero lo es más su curva de crecimiento en adolescentes. Si bien en España hay 400.000 personas con uno o varios TCA, para jóvenes de entre 12 y 21 años la prevalencia de este total es del 0,3% para la anorexia. Para la bulimia, el porcentaje asciende al 0,8% y para el caso del Trastorno por Atracón y Trastornos de la Conducta Alimentaria no específicos, la cifra es aún más alarmante, situándose en el 3,1%. Así lo explica en declaraciones para Estetic la Dra. Paula Gadea Téllez, psicóloga sanitaria especialista en el tratamiento de los TCA del Centro Recal TA, Unidad Especializada en Trastornos de Alimentación de Fundación Recal

Para evitar llegar a estas situaciones, son muchos los padres que se preguntan cómo pueden actuar con sus hijos e hijas. Y, en este sentido, “la prevención juega un papel fundamental entre los jóvenes”. A través de espacios abiertos, los adolescentes pueden compartir sus sentimientos y experiencias, algo que “permite detectar posibles malestares en relación a ellos mismos, sus iguales o la familia, que pudieran superar los niveles normales de la adolescencia”, indica la experta. 

“La prevención juega un papel fundamental entre los jóvenes”

La comunicación se posiciona como una forma temprana de detección de problemas, ayudando así a advertir los primeros síntomas de malestar en relación a la alimentación y la imagen corporal. Algo que también contribuye a identificar conductas problemáticas. Estas primeras sospechas deben funcionar como una llamada a la acción de los mayores, dado que en este punto es posible intervenir “rompiendo el ciclo, antes de que cause secuelas significativas”. 

La psicóloga señala que tanto la prevención como el diagnóstico temprano son “vitales” en el abordaje de los TCA, ya que su tratamiento terapéutico en fases iniciales “no solo reduce las complicaciones físicas, sino que también mitiga las consecuencias en el estado de ánimo, la dinámica familiar y el rendimiento educativo, favoreciendo una mayor eficacia del tratamiento”.

HERRAMIENTAS DE PREVENCIÓN

Cuando le preguntamos a la experta sobre las medidas de prevención que pueden utilizarse a todos los niveles, nos cuenta que los talleres con jóvenes fortalecen los factores de protección. Lo ideal es que pudieran implementarse desde edades tempranas, puesto que son un “espacio para la reflexión, el debate y el intercambio sobre sus inquietudes, miedos y experiencias”.

Gracias a estos talleres, los adolescentes pueden sentirse identificados, pero también integrados de forma saludable con otros chicos y chicas que puedan estar en una situación similar. Allí abordan cuestiones como la autoestima, la gestión emocional, la percepción de la imagen corporal, hábitos saludables, actividad física y la comprensión del impacto de las interacciones en las redes sociales en su bienestar, tal y como nos cuenta la Dra. Gadea. De esta manera, fortalecen su salud mental y “establecen cimientos sólidos” para abordar desafíos emocionales y sociales futuros.

"Al facilitar espacios abiertos en los que puedan expresar sus emociones y experiencias, se pueden detectar posibles malestares que pudieran superar los niveles normales de la adolescencia"

Más allá del papel activo que toman los adolescentes en estos espacios de reflexión, también cabe recordar la importancia de los mayores como agentes de apoyo y detección. “Colaborar en la capacitación de profesionales del ámbito educativo, así como otros profesionales de la salud, es esencial para identificar y abordar estas problemáticas”, recuerda la experta. Para ello, es necesario proporcionarles “herramientas que les permitan reconocer señales de Trastornos Alimentarios y gestionar eficazmente situaciones cuando surgen”.

Y, asimismo, es fundamental la atención y el trabajo con las familias. La psicóloga destaca el apoyo y la gestión de recursos en la red familiar para “trabajar la comprensión y el afrontamiento de los TCA en la vida del estudiante”. Algo que, en definitiva, implica la “colaboración entre profesionales, educadores y familias”. Solo así se crea “un entorno más comprensivo y efectivo para enfrentar los desafíos relacionados con la salud mental y los TCA en el ámbito educativo”.

PREVENIR PARA NO AGRAVAR

La importancia de la prevención en pacientes con TCA radica especialmente en que estos trastornos “están estrechamente vinculados con cuadros depresivos y trastornos de ansiedad”. El impacto psicológico derivado de la constante preocupación por el peso y la forma corporal y las conductas que desarrollan para calmarse “empeoran la autoestima y autocrítica, contribuyendo al desarrollo de síntomas depresivos y el mantenimiento del propio trastorno”.

Además, la experta destaca que aquellas personas con tendencia a la impulsividad podrían manifestar síntomas impulsivos. Una situación no deseable porque podría conducir a comportamientos de autolesión y al desarrollo de patrones adictivos, como el abuso de sustancias. Toda esta conexión entre TCA, trastornos de salud mental y los comportamientos impulsivos dan pistas sobre la “complejidad” del asunto y “la necesidad de un enfoque de tratamiento integral”. El abordaje, sin duda, “debe contemplar tanto los aspectos alimentarios problemáticos como los emocionales y de comportamiento para lograr una recuperación efectiva y sostenible”, concluye la psicóloga.

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