La alimentación complementaria (AC) es un proceso por el que se ofrecen alimentos sólidos o bien, líquidos distintos a la leche materna o fórmula infantil. Estos ingredientes se emplean como complemento y no como sustitución de la leche. Desde el nacimiento hasta los seis meses, los bebés requieren de la lactancia. Pero, a partir del medio año, comienza una etapa de transición en la que se van introduciendo progresivamente nuevos alimentos. En vistas a poder ingerir alimentos distintos a la leche, es necesario que el organismo tenga la maduración necesaria para tragar y digerir los alimentos. Aunque cada niño necesita su propio ritmo, este cambio tiende a tener lugar alrededor del sexto mes.
Esta transición alimentaria tiende a ser difícil porque hay que tener muchos factores en cuenta. Es vital que el bebé tenga cumplidos los seis meses, se mantenga sentado con apoyo, sea capaz de coger la comida con la mano o llevarla a la boca. Una de las pautas más importantes a la que a veces no se presta atención es que haya desaparecido el reflejo de extrusión, en otras palabras, que el bebé acepte alimentos sólidos sin expulsarlos con la lengua.
La leche debe ser el alimento principal de los niños hasta los doce meses
La nutricionista Mapi Herrero (@mapiherrero_nutricion) nos anima a plantearnos la razón por la que iniciamos la alimentación complementaria. Mapi explica que a partir de los seis meses, la leche materna ya no aporta todos los nutrientes que el niño necesita; sin embargo, “seguimos diciendo que el alimento principal es la leche, porque así es”, confirma la experta.
En esta etapa vital, las frutas y verduras no desempeñan un papel esencial. Según Herrero, es porque “no tienen hierro”, un nutriente esencial que los bebés necesitan a partir de los seis meses.
HIERRO
Y es que, la leche debe ser el alimento principal de los niños hasta los doce meses. La razón es porque la leche materna deja de aportar las cantidades necesarias de hierro llegados a este punto. Ante ello, complementar la alimentación de los niños con otros ingredientes ricos en este mineral, contribuye a mantener el hierro en unos niveles óptimos. Por eso, consumir hierro todos los días es la mejor manera de compensar esa falta del mineral.
Una deficiencia de hierro puede acarrear problemas de crecimiento y desarrollo del niño. Y es que, el hierro contribuye a conformar la hemoglobina, lo que una falta de esta podría resultar en la deficiencia del transporte de oxígeno en el organismo. En esa línea, Mapi enumera algunos de los grupos alimenticios que son fuente de hierro: carne, pescado, huevos, frutos secos y legumbres.
FRUTAS Y VERDURAS
“Ojo, que esto no quiere que no tengas que dar frutas y verduras a tu peque”, advierte la nutricionista. Las frutas y verduras son un pilar fundamental en nuestras dietas pero, en el contexto de alimentación complementaria, conviene no introducirlas antes del primer año de vida: “No hay que dárselas en la misma proporción que a los adultos”, concluye la nutricionista.
Las frutas y verduras son muy beneficiosas para los niños (más mayores) en el sentido de ser una fuente rica el fibras, vitaminas y minerales, esenciales para un tránsito intestinal favorable. Es muy recomendable que siempre vayan acompañadas de otros alimentos, también ricos en hierro, como legumbres, arroz o carne.
Sin embargo, las verduras de hojas verdes como la acelga o la espinaca, mejor dejarlas para los niños mayores de un año. Su alto contenido en nitratos puede aumentar el riesgo de padecer metahemoglobinemia, una enfermedad caracterizada por la presencia de un nivel anormalmente alto de metahemoglobina.