"Cuanto más tarde tengan los niños un 'smartphone', mejor, pero nunca antes de los 16 años"

El psicólogo infantojuvenil Francisco Villar acaba de publicar 'Sin pantallas siento y pienso mejor’, un libro en el que aporta a las familias las 7 razones para vivir sin pantallas

El Dr. Franscisco Villar, psicólogo clínico y autor de ‘Sin pantallas siento y pienso mejor’ (Foto. Fotomontaje Estetic)
El Dr. Franscisco Villar, psicólogo clínico y autor de ‘Sin pantallas siento y pienso mejor’ (Foto. Fotomontaje Estetic)
30 junio 2024 | 10:00 h
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Estamos acostumbrados a ver cómo los niños manejan las pantallas a nuestro alrededor, incluso antes de que empiecen a hablar. Sin duda, vivimos una nueva era tecnológica que ha llegado muy rápido, tanto que la hemos integrado con total normalidad en nuestras vidas, incluso sin reparar en las consecuencias que puede tener el uso de las pantallas en el desarrollo de las nuevas generaciones.

Hace falta más visibilidad al respecto. Una visibilidad que el Dr. Franscisco Villar, psicólogo clínico con más de 10 años de dedicación a los menores con intenciones suicidas y sus familias, expone día a día en consulta y en su labor de divulgación. Ahora acaba de lanzar “un recurso a través del cual poder transmitir a los hijos de las familias todo lo que se ha estado publicandp en relación a la afectación de las pantallas en sus hijos”, explica en una entrevista para Estetic

Se trata de su nuevo libro, ‘Sin pantallas siento y pienso mejor’, “una herramienta para pasar del estado de ser consciente del problema a encarar la solución”, nos explica. Una guía fácil e ilustrativa que explica de manera eficaz las 7 razones por las que se vive una vida más saludable sin pantallas y que permite una reflexión sobre “la importancia de defender la vida en su versión más saludable en todos los ámbitos”. Porque “los niños y adolescentes también tienen derecho a que se les expliquen los motivos de las normas a las que los sometemos”, explica el experto.

¿Su objetivo es llegar a un público adolescente para crear conciencia?

Aristóteles ya nos alertó de que a un adolescente le puedes pedir todo, excepto una cosa: que sea prudente. La idea es ofrecer a los padres concienciados una herramienta para transformar su conciencia en acción. Piensa que tener conciencia de un problema y no actuar para resolverlo solo genera frustración y, a la larga, incluso indefensión. Hay gente que, sintiéndose incapaz de hacer el cambio, prefiere no saber, no ser consciente y dedican esfuerzos para mantenerse así. Creo que si muchos niños tomaran conciencia con la lectura compartida del libro, el número de adolescentes que tomarán conciencia será menor, pero tendrán más difícil exigir a los padres un smartphone. Por más hábiles que sean, les faltarán los argumentos. Ellos son muy sensibles al objetivo del libro, que empiecen a vivir su propia vida en lugar de consumirla mirando la de los otros.  

¿A qué edad deberían tener los niños acceso a las pantallas? ¿A qué edad deberían tener su propio teléfono móvil?

Yo soy Psicólogo Clínico y doctor en psicología, básicamente soy un profesional sanitario, por lo que mis consejos tienen que estar circunscritos a ese ámbito. Dicho esto, desde el ámbito de la salud no se pueden hacer recomendaciones respecto al acceso de las pantallas, es decir, el acceso a pantallas no ha demostrado ser saludable en ninguna de sus presentaciones ni tiempos de acceso. Las pantallas no son buenas, esto está acreditado. Hay quien ha querido sugerir que son neutras, pero esa es otra falacia, las pantallas no son ni buenas ni neutras. A partir de aquí, he visto intentos para identificar los periodos de mayor afectación de las pantallas. Por ejemplo, la crisis de miopía ha llevado a los oftalmólogos a recomendar que ningún niño tenga ningún tipo acceso a la pantalla hasta más allá de los 7 años, pero de eso no se puede desprender que a partir de los 7 años las pantallas sean buenas para la visión de los niños.

"El acceso a pantallas no ha demostrado ser saludable en ninguna de sus presentaciones ni tiempos de acceso"

En relación a la tenencia del primer dispositivo móvil (entendido como smartphone), desde una aproximación de salud pública, en términos de calidad de vida, el mejor consejo que se desprende de los estudios es que cuanto más tarde, mejor. Un informe muy interesante de ‘Sapiens Lab’ muestra el beneficio en términos de calidad de vida que hay entre entregar el primer dispositivo a los 16 vs. 18 años. La conclusión es que, cuanto más tarde entregamos el dispositivo, mejor calidad de vida muestran nuestros hijos entre los 18 y los 24 años. Para hacer una recomendación a modo de los oftalmólogos, cuanto más tarde, mejor, pero nunca antes de los 16 años. Un teléfono de solo llamadas sin datos, podría ofrecerse a partir de los 12, no por los beneficios para ellos, sino para calmar miedos generados en los padres.

En su libro y en su acción divulgativa, expone todos los problemas que implica el uso irresponsable de las pantallas a corta edad, tanto a nivel físico, como de desarrollo y emocional. En los últimos años estamos viendo cómo crece el interés por las pantallas entre los más pequeños. Donde las medidas gubernativas no llegan (aún), ¿qué pueden hacer las familias y educadores para concienciar sobre un uso responsable de las pantallas?

Lo primero que tienen que saber las familias es que no existe eso de “un uso responsable de las pantallas”. Más que eso, que no existe un uso saludable de las pantallas. Con el tiempo que un niño pasa delante de una pantalla está perdiendo la oportunidad de realizar actividades apropiadas y saludables para su desarrollo. La pérdida visual que provocan las pantallas en nuestros niños no entiende de contenidos, todos ellos afectan la visión, con mayor intensidad aquellos contenidos que más captan su interés. Es decir, cuanto más atractivos, más dañinos en cuanto a que incrementa el tiempo de exposición. Igual con el resto de los aspectos del desarrollo: a contenidos más atractivos, más tiempo de exposición y menor tiempo de dedicación a actividades saludables.

Respecto a la actuación de las familias, estamos en un punto de inflexión. Todas las familias bien informadas, no tendrán más remedio que poner a salvo el sano desarrollo de sus hijos, pero el reto ahora es otro: ¿Cuándo tendremos que actuar en defensa de aquellos niños, de aquellos ciudadanos que no tienen la suerte de tener familias bien informadas en este ámbito? No existen las familias no informadas, igual que sucedió con el tabaco. En sus inicios, la publicidad hablaba de las bondades, incluso haciendo uso de médicos que aconsejaban su uso o que recomendaban algunas marcas sobre otras.

"Un teléfono de solo llamadas sin datos, podría ofrecerse a partir de los 12 años"

Cuando vemos a un niño de uno o dos años en un restaurante sedado con una pantalla, ahora sabemos que es un ciudadano que está perdiendo, entre otras cosas, su capacidad visual. ¿Qué vamos a hacer con eso? Porque sabemos que esos padres lo quieren, y que no conocen esa información, de hecho, que creen que puede ser incluso un recurso para que sus hijos sean más listos a modo de Baby Einstein. Si esto pasa delante nuestro, ¿nos convierte eso en cómplices? Ya imagino la respuesta de aquellos defensores del individualismo, de aquellos que nos quieren divididos, pero ¿y tú?

Hay muchos colegios e institutos que utilizan los dispositivos electrónicos como herramienta de aprendizaje. ¿Está su uso justificado? ¿Deberían tenerse algunas consideraciones en cuenta?

No, su uso no está justificado, no está apoyado por la evidencia científica. Nadie se ha molestado en aportar evidencia de los supuestos beneficios que se les atribuyen, mucho menos en sopesarlos con los riesgos. Se incorporaron a las aulas por fascinación de unos cuantos. Muchos dicen que está justificado por motivos pedagógicos, pero en esos motivos se puede defender cualquier opción. Todos los pedagogos aluden a esos motivos, aun defendiendo dos opciones totalmente contrarias. La evidencia científica está poniendo difícil la defensa de esa posición, y todos los datos de educación de la última década, en todo occidente, también lo está haciendo. Uno de los aprendizajes más potentes que se consiguen en los colegios e institutos es la capacidad de reconocer los errores y corregirlos, sería bueno que ese aprendizaje se trasladara también con el ejemplo.

Me ha gustado mucho esta pregunta, porque ha sido muy precisa con ‘herramienta de aprendizaje’. Eso me ha permitido ser tan claro. Si me hubieras preguntado por herramienta de enseñanza, podría haber tenido más dudas, pero lo que tampoco genera dudas es que una herramienta de enseñanza no debería salir de las manos del profesor. Citando a Manfred Spitzer, las tecnologías son herramientas de trabajo insuperables y, a su vez, una amenaza contra el aprendizaje.

En casa, los adultos deberíamos dar ejemplo. Sin embargo, algunas figuras paternas utilizamos las pantallas para entretener a los pequeños… Y los pequeños también ven en nosotros cómo no podemos despegarnos del móvil o del ordenador, ya sea por ocio o trabajo. ¿Cómo deberíamos actuar?

Manteniendo a los niños alejados de las pantallas como hacemos con el tabaco. Educar es sencillo, especialmente si aceptas la realidad de la educación de los hijos, y es cansado. Si es bueno para ti, muy probablemente no sea bueno para él. Como padres tenemos que ver cada ocasión que nuestro hijo se encuentra en un aprieto como una oportunidad de ejercitar los propios recursos.

"Con el tiempo que un niño pasa delante de una pantalla está perdiendo la oportunidad de realizar actividades apropiadas y saludables para su desarrollo"

No es adecuado usar las pantallas para calmarlos, porque les impedimos el desarrollo de las propias habilidades, mucho menos para entretenerlos, poniéndolos en una posición pasiva en ambas situaciones. La vida se afronta de forma activa, con propuestas propias. Todos los niños son capaces de calmarse y de entretenerse solos y con los otros. Cada intento es un paso hasta conseguirlo, no les robes las oportunidades de crecer. No hay que ayudar al que no necesita ayuda. No puede justificarse de ningún modo entretener a un niño con una pantalla como un niño sedado, enajenado de su realidad y de su entorno.

El auge de las pantallas, ¿es un problema de salud pública que puede tener efectos importantes (y a muchos niveles) en el largo plazo?

Ya los ha tenido: la disminución de la empatía, el incremento de los sentimientos de soledad, el incremento de las autolesiones, de los intentos de suicidio, del trastorno de conducta alimentaria, la disminución de las capacidades, especialmente formales como la lectura la escritura, las matemáticas, el incremento de las situaciones de acoso online, la pérdida de la calidad y cantidad de las relaciones sexuales, el incremento de las sentencias por abusos sexuales de menores a menores… En 2013 se habló de riesgos de futuro y les respondieron con unas supuestas oportunidades.

Hoy ya estamos en aquel futuro que nos avisaron, hoy ya hablamos de presente. Y no, no se cortó a tiempo. Una de las voces que ya avisaron en 2015 fue la de Catherine L’Ecuyer, quien siempre nos recuerda que ya solo podemos aspirar a no llegar muy tarde, porque tarde ya es. Ahora ya no son unas cuantas voces analíticas y con capacidad crítica, ahora somos muchas voces y lo tenemos más fácil que las primeras, porque ahora, lamentablemente nos apoyan los datos. Y digo lamentablemente porque los datos son niñas y niños que, de haber actuado a tiempo, se hubieran ahorrado todo el sufrimiento innecesario.

¿Qué podemos esperar del panorama actual? ¿Qué medidas gubernativas echa en falta?

Vistos los beneficios directos e inmediatos de las medidas aplicadas, no queda otra salida que continuar con ellos. Recuerdo que desde Educación se respondió a la petición de prohibir los móviles en las escuelas e institutos con slogans como: “no se pueden poner puertas al campo”, “la tecnología ha venido para quedarse”, “el uso del móvil en los colegios no entra a debate, es más, los profesores tienen que enseñar a los alumnos a hacer un uso responsable”.

"El uso de las pantallas como herramienta de aprendizaje no está apoyado por la evidencia científica"

Pasaron en pocas semanas de ese lamentable argumentario a la prohibición efectiva en los centros. Aquello que primero dijeron que sería tan difícil, no lo fue en absoluto. Ya tenemos resultados de la medida: los beneficios son inmediatos y se traducen en mejoras de la convivencia, disminución de las situaciones de acoso e incluso incrementos de rendimiento académico. Las medidas gubernamentales que echo en falta son la prohibición total. Si la prohibición en las escuelas ha tenido beneficios tan claros y sabemos que el mayor problema de su uso se da en las casas, ¿a qué esperan?

¿Desea añadir algo más?

Quiero recordar a los adultos que tenemos una obligación con nuestros menores: tenemos que educar con el ejemplo. El ejemplo que os pido no es que dejéis de usar vosotros vuestras pantallas porque para vosotros son muy útiles en muchos aspectos. Lo que sí os pido es que ofrezcáis a vuestros hijos un ejemplo de valentía a la hora de enfrentar la vida y los retos de nuestros tiempos, pues ellos tendrán los suyos. Que dejemos de lloriquear con “eso es imposible”, “eso es muy difícil”, “hay demasiados intereses”, “ahora ya están perdidos y el daño hecho”. Que nos unamos a los movimientos de padres, ‘Aixeca el cap’, ‘Levanta la cabeza’, ‘Adolescencia libre de móvil’, ‘Aulas libres de pantallas’, ‘Manifiesto OFF’... No estáis solos, no estamos solos, y estos movimientos no están en contra de las pantallas, estamos en defensa de la vida y de todo lo que la nutre.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.