La salud de los más pequeños de la casa es siempre un motivo de preocupación entre las familias. Pero más allá de las enfermedades comunes, hay muchas otras infecciones y patologías que escapan de nuestro conocimiento y que, sin embargo, es importante conocer para no confundir con otras afecciones y prevenir cualquier complicación. Este es el caso de la roséola o el exantema súbito.
¿QUÉ ES LA ROSÉOLA?
La roséola es una infección vírica común en niños pequeños, especialmente entre los 6 meses y los 2 años de edad. También se la conoce como ‘la sexta enfermedad’, ya que está provocada por el herpesvirus humano 6 (HHV-6) y, en menor medida, por el herpesvirus humano 7 (HHV-7). Estos son virus de la familia responsable de la mononucleosis y el herpes labial, unos patógenos muy transmisibles ya que se transmiten por el contacto directo con la saliva o con secreciones respiratorias de personas infectadas.
La enfermedad se manifiesta generalmente con fiebre alta durante varios días y sarpullidos por el cuerpo, un motivo que tiende a preocupar a muchos padres y madres. Sin embargo, no es una infección grave y no suele generar complicaciones, pero un tratamiento adecuado ayuda a controlar la enfermedad y a prevenir cualquier posible complicación.
SÍNTOMAS DE LA ROSÉOLA
Aunque la roséola es común en menores de dos años, ya que su sistema inmune aún está en desarrollo, esto no quiere decir que los niños mayores de esta edad o incluso los adultos no puedan contraer el virus. Además, el hecho de estar en contacto con otros pequeños en la guardería o en el colegio favorece su transmisión, puesto que comparten juguetes y espacio personal. En cualquier caso, los síntomas del exantema súbito son muy claros y se manifiestan de la siguiente manera:
- Fiebre alta: es una reacción defensiva del cuerpo del niño para frenar la propagación del virus. La fiebre suele ser el primer síntoma de la enfermedad y en general supera los 39º. Además, se prolonga entre 3 y 7 días.
- Sarpullidos: una de las señales de la roséola se da a través de la piel. Se trata de una irritación de la piel de aspecto rojizo que no pica ni duele y que, acompañada de la fiebre, facilita mucho el diagnóstico de la enfermedad. Generalmente aparece cuando la fiebre comienza a disminuir, primero en el tronco del niño y después puede extenderse a los brazos, piernas y rostro.
- Ojos hinchados: debido a la infección, los ganglios linfáticos se inflaman y provocan la hinchazón del cuerpo al no depurar bien los líquidos.
- Disminución del apetito: por el malestar general y la lucha contra la infección, es normal que el niño no sienta hambre.
- Irritación y somnolencia: como consecuencia de la fiebre y de la enfermedad, el niño puede estar más irascible y con ganas de descansar, ya que su cuerpo no está al 100%.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
Ante cualquier sospecha de roséola o exantema súbito, es imprescindible acudir al médico para obtener un diagnóstico, ya que la fiebre alta en menores podría ser peligrosa. En la mayoría de los casos, la infección se resuelve por sí misma incluso sin necesidad tratamiento, pero en algunos casos, puede ser necesario el uso de medicamentos para controlar la fiebre y aliviar los síntomas en caso de que la fiebre no disminuya con el paso del tiempo o que aumente.
El paracetamol o el ibuprofeno son las opciones de tratamiento más indicadas para el control de la fiebre, siempre administrados de acuerdo a las recomendaciones de los doctores. Además, es esencial que el niño descanse lo suficiente y se mantenga hidratado durante este período, puesto que el agua le ayudará a que reponga los líquidos perdidos por la fiebre y pueden hacer que se reduzca su temperatura.
La fiebre alta en los casos de roséola suele superar los 39 grados
Los brotes de roséola suelen controlarse entre 3 y 7 días y, a menudo, pueden confundirse con la rubeola, otra enfermedad viral contagiosa, también transmitida por las vías respiratorias, que causa náuseas, erupciones y fiebre, aunque más baja que en el caso del exantema súbito. Para distinguirlas, lo mejor es que el personal médico ofrezca su valoración, pero la fiebre moderada y las erupciones desde el inicio de la enfermedad dan pistas de que la infección sería de rubeola.
Para evitar las infecciones de este tipo, es importante intentar mantener una higiene adecuada, especialmente en las manos. Es importante lavar las manos de los niños frecuentemente, y en especial después de haber estado en contacto con otros amiguitos. También conviene limpiar y desinfectar las superficies y objetos que el niño pueda tocar. Actualmente, no existen vacunas contra la roséola, por lo que las mejores medidas de prevención pasan por cuidar su sistema inmunitario con una alimentación saludable, un sueño adecuado y la evitación de situaciones de estrés innecesarias.