Las crisis de ausencia son un tipo de crisis epiléptica frecuente en la infancia, pero a menudo pasan desapercibidas porque duran pocos segundos y no presentan los síntomas típicos de una convulsión. Para informar a los padres y prevenirles ante estos episodios, la pediatra Laura Álvarez, conocida en redes como @lapediatralaura, ha compartido un vídeo explicando cómo identificarlas y la importancia de acudir al especialista si se detectan en un niño.
En el vídeo, se puede observar cómo una niña se queda de repente inmóvil, con la mirada perdida, sin responder a los estímulos de su madre. "Si ves esto, tienes que consultar a tu pediatra", insiste Álvarez.
Las crisis de ausencia se caracterizan por episodios breves, de entre 5 y 10 segundos, en los que el niño interrumpe la actividad que estaba realizando y se queda desconectado del entorno. "Se pueden acompañar de movimientos rítmicos como parpadeo, muecas, lamerse los labios o ajustarse la ropa", explica la especialista. Cuando el episodio termina, el niño continúa con normalidad, sin recordar lo que ha ocurrido. "Suelen repetirse muchas veces al día", añade.
"Se deben a un desequilibrio en los neurotransmisores cerebrales, que en muchas ocasiones tiene una base genética"
¿QUÉ CAUSA ESTAS CRISIS?
Las crisis de ausencia suelen aparecer entre los 4 y los 9 años, siendo más frecuentes en niñas. "Se deben a un desequilibrio en los neurotransmisores cerebrales, que en muchas ocasiones tiene una base genética", señala Álvarez. Sin embargo, a pesar de la preocupación que pueden generar en los padres, la pediatra tranquiliza: "la mayoría de niños que las padecen suelen controlarse con medicación antiepiléptica y desaparecen con el paso de los años".
Si un niño presenta episodios en los que se queda ‘congelado’ por unos segundos, sin responder a estímulos, es fundamental consultar con un pediatra. "Es un tipo de crisisepiléptica que, en la mayoría de los casos, se puede controlar con medicación", subraya la especialista.
Detectarlas a tiempo y recibir el tratamiento adecuado puede mejorar significativamente la calidad de vida del niño. Por ello, conocer los síntomas y estar atentos a estas señales es clave para actuar a tiempo.