La llegada de un bebé a casa implica un importante cambio en los patrones de sueño: un descanso interrumpido, levantarse continuamente a la llamada del llanto o las preocupaciones de los padres primerizos, que provocan un descanso muy pobre con graves consecuencias en el organismo. La falta de sueño afecta a todos los procesos del cuerpo. En primer lugar, empeora el sistema inmunitario, debilitando las defensas del cuerpo.
Un panorama que, a largo plazo, desata efecto negativos y patologías crónicas como enfermedades cardiovasculares, problemas relacionados con la glucosa o sobrepeso.
“La falta de sueño alargada en el tiempo puede traer síntomas de ansiedad, depresión y aislamiento”
Ante ello, el pediatra Gonzalo Pin Arboledas (@pinarboledasgonzalo) reivindica, a través de sus redes sociales, la importancia del sueño conciliador durante la maternidad: “Vamos hablar de la falta de sueño en la madre durante los primeros años y de cuál debería ser la respuesta de su entorno más cercano”.
DÉFICIT DE SUEÑO
“De entrada, va a producir una dificultad para controlar nuestros impulsos”, comenta Pin Arboledas. Y es que, la falta de sueño tiene sus primeras consecuencias en nuestra irascibilidad: “Vamos a responder de manera más ansiosa e impulsiva”, debido a las alteraciones químicas del cerebro.
Gonzalo insiste que un déficit de sueño está unido a las alteraciones en el estado de ánimo. Una situación que, el pediatra advierte: “Alargada en el tiempo puede traer síntomas de ansiedad, depresión y aislamiento”.
Igualmente, la falta de descanso puede provocar afectar a la capacidad de memoria. La alteración de la cognición es muy evidente cuando hay un mal descanso: el razonamiento pobre o la dificultad para la concentración son otras de las consecuencias más inmediatas.
Una situación que, a la larga, puede llevar a una condición crónica. Lo que provoca síntomas somáticos como el aumento de peso, la diabetes o el incremento de la tensión arterial, entre otras cosas. En el sentido de la diabetes, las investigaciones apuntan a que una privación del sueño puede afectar a la regulación de la insulina. Por la parte de la obesidad, una deficiencia de sueño aumenta la grelina, que es la hormona del hambre. A su vez aumenta los niveles de cortisol mientras disminuye la sensibilidad a la insulina, lo que se traduce en un aumento del apetito.
“La madre no es solo madre. Es mujer, es persona, es pareja, es trabajadora”
En ese sentido, el cuidado y la prevención son vitales para cuidar tanto de la madre, como del niño. Es un papel que, en opinión del pediatra, deben asumir de inmediato tanto el entorno como la madre y las instituciones públicas.
TIEMPO PARA LA MADRE
Ante ello, hay que buscar el apoyo del entorno -amigos, padres o pareja- para contribuir a evitar su aislamiento físico y mental.
“La madre no es solo madre. Es mujer, es persona, es pareja, es trabajadora”. En palabras del pediatra: “Tiene que recuperar esas facetas, necesita tiempo para ella misma y para su pareja no relacionadas con los niños”. Por ello, el papel del autocuidado personal y social es crucial para combatir la soledad.
El pediatra recalca el tiempo para las madres: “Tenemos que permitirle el tiempo que necesite. Que tenga tiempo para mirarse al espejo y sentirse bien, para tomarse un café con un amigo, tiempo para sí misma y para empezar a recuperar el tiempo”.
Ahí también está el papel de las instituciones: ayudas a la maternidad, bajas maternales o apoyos, son formas “de cuidar nuestra infancia cuidando a las madres”, concluye Gonzalo.