A día de hoy, en la radioterapia se perfilan los procedimientos más eficaces para abordar los distintos tipos de cáncer. Sin embargo, la agresividad de ambos conlleva la aparición de diversos efectos secundarios que involucran a diferentes órganos del cuerpo como la piel, que se ve alterada por algunas afecciones que, si bien no revisten gravedad, generan molestias e incomodidad.
LA QUIMIOTERAPIA Y RADIOTERAPIA ALTERAN LA PIEL
En el caso del tratamiento de radioterapia, el área de la dermis objeto de tratamiento recibe radiaciones, las cuales pueden provocar alteraciones muy parecidas a las que producen las quemaduras ocasionadas por el sol. Tras varias semanas de dicho tratamiento, no es extraño que la piel adquiera un tono rojizo (eritema) y, a medida que se extiende en el tiempo, más oscuro y pigmentado.
Aunque la mayoría de los efectos secundarios que conciernen a la piel desaparecen al término del tratamiento oncológico, lo cierto es que esta reclama igualmente cuidados especiales, por cuanto mantiene su condición de sensible. Como también los precisa y de manera más especial durante cualquiera de dichos tratamientos si pretendemos evitar consecuencias mayores. En ocasiones, las sesiones de radioterapia se tienen que interrumpir porque la piel se deteriora. En estos casos es fundamental contar con productos que ayuden a la piel a tolerar mejor el tratamiento y de esta forma asegurar a los pacientes que pueden continuar con los tratamientos.
LOS PRODUCTOS QUE MANTIENEN LA SALUD DE LA PIEL
Esta loción protectora incluye componentes específicos para tratar las consecuencias dermatológicas derivadas del tratamiento de radioterapia. Por ejemplo, la glicerina, que hidrata y calma la piel, proporcionando sensación de bienestar; el ácido hialurónico, que actúa evitando la pérdida de hidratación de la dermis e imprimiéndole elasticidad y firmeza; y la vitamina E, encargada de proteger la piel frente a los daños ocasionados por los efectos de la radiación, lo que comporta una mayor tolerancia al tratamiento y, por lo tanto, la mejora de la calidad de vida.
Para que este producto cumpla con su cometido, es preciso seguir unas pautas de administración. Antes de iniciar el tratamiento de radioterapia, se aconseja aplicarlo tres veces al día durante, al menos, tres semanas. Una vez comenzado, conviene aplicarlo tres ocasiones al día, siendo desaconsejable hacerlo las dos horas previas a la sesión. Tras finalizarlo, es preciso aplicarlo dos veces al día durante un mes, aproximadamente.
Este gel está pensado para el tratamiento de pieles delicadas y dañadas. Carece de alcohol, un componente sumamente irritante, e incluye únicamente componentes naturales como la avena coloidal pura y excipientes eudérmicos, que ayudan a restablecer la estructura cutánea, calman la irritación y la inflamación de la piel y, además, la protegen y la hidratan, devolviéndola poco a poco a su estado natural. Beneficiarse de sus principios activos es muy sencillo, pues reclama el mismo uso que cualquier gel convencional, es decir, extenderlo sobre la piel húmeda hasta lograr la aparición de espuma y, finalmente, retirarlo con abundante agua.
Se trata de un fotoprotector muy hidratante y apto para piel atópica, que hidrata intensamente la piel dejándola suave y sedosa. Es ligero como una segunda piel y puede aplicarse en cualquier parte del cuerpo, incluso en las zonas de difícil acceso, gracias a la válvula que facilita una difusión continua, homogénea y en cualquier posición.
Tanto la quimioterapia como la radioterapia resecan la piel y, por lo tanto, la dañan. Por ello, es esencial aplicarle productos que contribuyan a restablecer los niveles de hidratación y, por lo tanto, su salud. Esta crema es una excelente opción, ya que contiene ingredientes específicos y naturales para lograr dicho cometido como la avena coloidal pura, el aceite borraja y el aloe vera. Pero además la protege frente a los agentes externos al incluir ceramidas, un ácido graso que hidrata y fortalece la barrera cutánea.