Ahora que se acerca el buen tiempo y es momento de disfrutar de los baños en la playa y la piscina, es momento de recordar la importancia de mantener nuestra piel hidratada y sana. A consecuencia del sol, nuestra piel sufre consecuencias y por ello se deben prestar atención a su cuidado.
Una de las principales consecuencias de la exposición solar es la deshidratación, lo cual se traduce en una piel descamada, mate, con pérdida de firmeza y envejecida. El primer paso para recuperar un aspecto sano y luminoso en nuestra piel es eliminar las células muertas que hemos ido acumulando. La exfoliación es el tratamiento ideal, ya que limpia en profundidad y las arrastra, mejorando la oxigenación de la piel y favoreciendo la formación de nuevas células. Además, deja nuestra piel mucho más receptiva para cualquier otro tratamiento.
A la hora de escoger el exfoliante adecuado, debemos tener en cuenta los más comunes:
Exfoliantes enzimáticos. Suelen ser tipo mascarilla y no contienen gránulos. Son ideales para pieles muy delicadas, pero el arrastre es menor.
Exfoliantes químicos. Son más agresivos por los componentes que tienen y están indicados para un tratamiento puntual y han de ser supervisados por un especialista.
Exfoliantes mecánicos. Actúan como limpiador y contienen gránulos que arrastran las células muertas. No son agresivos y pueden utilizarse 1 o 2 veces por semana, dependiendo del tipo de piel.
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