La limpieza es el ABC de cualquier rutina de cuidado facial. Se debe realizar a diario, mañana y noche, poniendo especial esmero en la última sesión para eliminar los restos de contaminación y grasa y prevenir el envejecimiento prematuro de la piel.
Hasta aquí la generalidad que nos atañe a todos. Pero, ¿qué sucede con las particularidades de cada piel? Hasta el gesto más benéfico puede convertirse en una agresión si se realiza con el producto inadecuado. Por tanto, lo primero que debemos hacer es conocer nuestro tipo de piel para saber con qué limpiarla.
NORMAL CON TENDENCIA A SENSIBLE
Aguantas bien las limpiadoras que necesitan agua para arrastrar las impurezas, pero notas que tu piel está más confortable cuando usas fórmulas naturales no irritantes, sin perfumes, alcohol, jabón, o conservantes químicos.
Tu limpiadora: Cleanse Me de Alice in Beautyland, una limpiadora en dos fases (gel de textura miel que se convierte en leche limpiadora al contacto con el agua) que traslada los beneficios de la doble limpieza japonesa a las pieles con tendencia a la reactividad.
MIXTA, CON IMPUREZAS
Tu objetivo es devolverle a la piel su equilibrio. Te ayudará una limpiadora muy ligera con activos hidratantes y desintoxicantes que elimine las impurezas y regule la grasa sin resecar tu piel.
Tu limpiadora: Z Pure de Zelens, un bálsamo líquido enriquecido con una mezcla de aceites esenciales que adquiere la textura de leche limpiadora al contacto con el agua. Proporciona sensación de piel purificada, elimina impurezas y maquillaje e hidrata la piel.
GRASA O APAGADA
Las razones para que la piel no desarrolle todo su potencial lumínico son muchas y, además de encontrar y eliminar la causa raíz, te vendría bien simplificar tu rutina de cuidado facial y seleccionar pocos productos y poco grasos para no saturar la piel. Empieza con una limpiadora con activos exfoliantes y, poco a poco, notarás que tu piel recupera el glow perdido.
Tu limpiadora: Z Detox de Zelens, una espuma limpiadora formulada para eliminar eficazmente los residuos ambientales, las impurezas, el exceso de grasa y todas las trazas de maquillaje sin alterar el nivel de hidratación de la piel.