PEGs, SLS, polyquaternium... son nombres comunes en las etiquetas de nuestros cosméticos, permitidos por la legislación vigente. Sin embargo, aunque estén autorizados no significa que sean los más recomendables.
Por ello, Paola Gugliotta, fundadora de Sepa, revela qué ingredientes deberíamos evitar de nuestros cosméticos y qué consecuencias pueden tener sobre la salud.
1. Triclosan y otros antibacterianos. Huye de los productos que te prometen eliminar todas las bacterias. Nuestro cuerpo está formado de una microbiota: un estudiado equilibrio de bacterias buenas y otras que llamamos patógenos, que han convivido desde la creación del hombre en sana armonía. Los productos que se usan en la cosmética, como el Triclosán, con la finalidad de eliminar las bacterias, no son selectivos: destruyen todas las bacterias, dejando al cuerpo desprovisto de su línea de defensa natural principal. Además de esto, el Triclosán tiene actividad de disrupción hormonal debido a su contaminación en cloroformo y dioxinas.
2. Liberadores de formaldehídos. Este tipo de conservantes de la fórmula, con actividad principalmente antibactericida, son también perjudiciales pero otros motivos. Aunque los formaldehídos llevan muchos años prohibidos en cosmética, siguen estando permitidas estas sustancias que son capaces de liberar pequeñas cantidades de formaldehídos.
3. Acrilamidas y poliacrilamidas. ¿Alguien ha escuchado que las patatas fritas son malas para la salud? Eso se debe a que en el proceso de freír a altas temperaturas, se genera un químico súper tóxico para el organismo que se llama acrilamida. Además de esto, no son biodegradables y generan mucho impacto en el medio ambiente. Sus primas hermanas, las poliacrilamidas, también corren riesgo de descomponerse y convertirse en acrilamidas. La noticia es que están presentes también en la cosmética.
4. Etoxilados. Pueden provenir de sustancias usadas para limpiar y crear espuma, o de aquellas que se usan para unir las fases agua y aceite de una crema. A los emulsionantes etoxilados les sucede como a los tensioactivos etoxilados, están contaminados por las sustancias cancerígenas generadas por la reacción causada por el óxido de etileno y el 1-4 Dioxano.
5. Ingredientes que forman nitrosaminas. Muchos de ellos se utilizan para regular el pH de la fórmula y pueden reaccionar -en el momento de fabricación de la fórmula, o ya dentro del envase- al mezclarse con otros ingredientes generando nitrosaminas, sustancias cancerígenas.
6. Determinados conservantes. Destinados a estabilizar la fórmula, hay conservantes y equilibradores del pH que son demostrados disruptores hormonales, es decir, que pueden afectar al sistema hormonal y dañar su correcto funcionamiento.
7. Isotiazolnonas. Muy presentes en cremas y lociones, estos conservantes son responsables de un aumento importante de los casos de reacciones alérgicas, eccemas, mayor sensibilidad. Algunos de ellos están prohibidos, pero otros son todavía de uso común, ya que su potencial riesgo no ha sido aún evaluado.
8. Alérgenos. No solo producen irritación y alergias cutáneas, también plantean riesgos de toxicidad para la fauna acuática. El fenoxietanol, por ejemplo, está clasificado por Environmental Working Group (EWG) como ''peligro moderado'' para la salud por su capacidad para causar alergias y por su toxicidad para el sistema inmunológico.
9. Siliconas y polímeros. Se incorporan a las fórmulas cosméticas porque mejoran el aspecto de la piel y el cabello y aportan un plus sensorial, además de ser un ingrediente muy económico. Pero todas las siliconas y polímeros son compuestos sintéticos, obtenidos de fuentes no renovables y no biodegradables.
10. Fragancias y perfumes. Se trata de ingredientes ''misteriosos'', puesto que la industria del perfume no está obligada a revelar la lista de ingredientes detrás de determinado perfume. El ingrediente más controvertido que puede estar escondido detrás de la palabra ''Parfum'' son los Ftalatos.