Parece que al ácido hialurónico, el cosmético estrella para hidratar y prevenir el envejecimiento de la piel, podría haberle salido un potente rival. Se trata del ácido poliglutámico, un principio activo de origen vegetal que ya utilizan decenas de cosméticos faciales para mantener el aporte hídrico de las células cutáneas y que promete el alisado de la piel.
El ácido poliglutámico, también conocido como PGA,es un derivado de la soja obtenido con su fermentación biotecnológica. Se clasifica dentro del grupo de los péptidos y está conformado por moléculas que, tras su aplicación sobre la dermis, crean una película hidratante y alisadora sobre las capas más superficiales del tejido cutáneo. La película permanece durante horas, propiciando la retención de la humedad en la piel.
Este principio activo se posiciona como apto para todo tipo de pieles y, de hecho, es una gran opción para las pieles secas por su capacidad humectante, pero también para las más sensibles, pues necesitan reparar la barrera protectora tras su exposición a los factores externos e internos que la debilitan. Además, favorece la síntesis de otros ingredientes hidratantes naturales presentes naturalmente en la piel.
DIFERENCIAS CON EL ÁCIDO HIALURÓNICO
Al ser un excelente hidratante, la acción del ácido poliglutámico se viene comparando con el ácido hialurónico. Sin embargo, el PGA es capaz de retener y absorber hasta 5.000 veces más su peso en agua, mientras que su aparente rival retiene la humedad unas 1.000 veces su peso en agua. Esto quiere decir que el ácido poliglutámico hidrata 4 veces más que el ácido hialurónico.
Por lo tanto, al mejorar las reservas de agua sobre del tejido cutáneo, rellena las células de la dermis alisando las arrugas del exterior. Una condición que se ve reforzada gracias a su capacidad de estimular la producción natural de los compuestos hidratantes naturales de la piel, como el propio ácido hialurónico. De hecho, el PGA neutraliza la acción de la hialuronidasa, la enzima que revierte el efecto del ácido hialurónico.
El PGA favorece la síntesis de otros ingredientes hidratantes naturales presentes naturalmente en la piel
Así pues, el poliglutámico es un ácido que favorece la humedad de la piel durante mucho más tiempo que otros activos. Y, por ello, la protege de la pérdida transepidérmica de agua, una condición que favorece el envejecimiento prematuro de la piel y la debilidad de su función de barrera. Esto traería otras consecuencias, como la pérdida de brillo y luminosidad, la tersura, flacidez y un tono más irregular.
Además, las moléculas del PGA son de un tamaño mayor que las del ácido hialurónico, por lo que no sólo rellenan más la piel. Esta característica hace que su penetración en las capas más profundas de la piel sea más difícil. De esta manera, sus beneficios se obtienen de forma mucho más superficial, alisando las primeras líneas de expresión y previniendo de los efectos del paso del tiempo.
El ácido poliglutámico puede absorber hasta 5.000 veces más su peso en agua
Aunque todo apunta a que el ácido poliglutámico gana la batalla al hialurónico, lo cierto es que ambos cosméticos se pueden utilizar en combinación para mejorar el rendimiento de la piel. Su acción conjunta maximizará la hidratación cutánea, haciendo que la calidad de tu cutis marque la diferencia. En definitiva, no podemos decir que un ingrediente sea mejor que otro, sino que, más bien, son complementarios, y su uso combinando beneficia con creces a la salud cutánea.
Ya son muchos los cosméticos que incorporan el PGA en su composición, especialmente en los productos faciales. De hecho, puede encontrarse en diferentes formas (cremas, sérums, contornos de ojos…). También hay fórmulas que lo combinan con retinoides, creando ‘productos todoterreno’ no sólo para mejorar la capacidad hídrica de la piel, sino para prevenir su envejecimiento, pigmentación y un tono y textura irregulares.