La mascarilla es una de las formas más efectivas de protección y prevención contra el coronavirus, pero eso no quita que a veces se haga muy pesado llevarla todo el día puesta. ¡Es normal! De hecho, si has tenido un mal día, estás estresada o estás pasando una ''mala racha'', hay momentos en los que llevar mascarilla puede contribuir a sufrir un pico de ansiedad: cuando estás preocupado y sientes que te cuesta más respirar o te entran sudores fríos…
Sin embargo, hasta que la crisis sanitaria no esté bajo control, tenemos que seguir aceptándola en nuestro día a día, así que, en lugar de maldecir la mascarilla hasta el infinito, lo mejor es cambiar el chip y encontrar el equilibrio para ''llevarnos bien'' con ella.
Carla Sánchez, cofundadora de la App The Holistic Concept y experta en bienestar y gestión del estrés, nos ayuda a familiarizarnos con la mascarilla y a que minimicemos -lo máximo posible- el agobio que muchas veces produce usarla.
1. Encuentra la tuya. Es muy importante dar con la mascarilla ideal. Tiene que ser cómoda, tanto en el rostro como en los agarres, que a veces hacen bastante daño o deforman las orejas porque, si encima molesta, la sensación de angustia después de unas horas irá en aumento. No tengas reparo en probar hasta encontrar el modelo que mejor se adapta a tus sensaciones y tus necesidades (tamaño, material, alargador de cintas…). Dependiendo de la salud y el nivel de amenaza que sienta cada uno, recomendamos estudiar bien el modelo de mascarilla con el que nos vamos a sentir más seguros, ya sea quirúrgica, reutilizable, de tela con filtro… pero siempre homologada. Al fin y al cabo, esa es la misión de este complemento, proteger.
La mascarilla es una de las formas más efectivas de protección y prevención contra el coronavirus
2. Hazte con varias. Sea cual sea tu ocupación profesional conviene tener más de una. Hay personas que deben llevar mascarilla quirúrgica por su trabajo, pero luego pueden cambiar a un modelo lavable, perfecto para el día a día en la calle. Si no estás bajo esta obligación y no eres hipocondríaco, siempre está bien tener a mano un paquete de mascarillas quirúrgicas para momentos puntuales, y el resto del tiempo manejarte con al menos 2 modelos lavables para que puedas ir cambiándola y mantener una higiene adecuada.
3. Optimiza su mantenimiento. Si tu juego de mascarillas es lavable corres el riesgo de pasarte el día respirando detergente y suavizante, que no es bueno ni para tus pulmones ni para tu piel. Preferiblemente, escoge un jabón ecológico y suave para lavar tus mascarillas. Los de ropa de bebé son perfectos porque su perfume es mínimo (si lo tienen) y son hipoalergénicos. Así evitarás posibles reacciones en la piel y el tejido de la mascarilla durará más. Lávalas siempre en ciclos largos de lavadora y a un mínimo de 60ºC para asegurar una correcta desinfección. Lo ideal es que se sequen al sol para que no queden restos de humedad (otra opción es cerca de la calefacción).
4. Ventila. Si tienes que trabajar todo el día con la mascarilla puesta, exige una buena ventilación en la estancia donde pases gran parte del día. Abre todas las ventanas durante al menos 10-15 minutos y cada 3 horas como mínimo; aunque entre ''fresquete'' tu aparato respiratorio lo agradecerá. Y si teletrabajas, aunque te libres de estar ''amordazado'', también es aconsejable acostumbrarse al hábito de ventilar, verás que te ayuda a estar más activo y lúcido.
Para que llevar mascarilla se convierta en una experiencia diferente, e incluso hasta relajante, puedes acudir a los aceites esenciales
5. Haz pequeños descansos. Igual que te levantas del escritorio para estirar las piernas o haces un ''break'' para el café a media mañana, la mascarilla hay que quitársela cada cierto tiempo para tomarse un respiro. Una forma sencilla de hacerlo es dirigirte a algún lugar de la oficina o espacio de trabajo donde no haya gente y tengas una ventana a mano. Ábrela, quítate la mascarilla 5 minutos y simplemente respira profundo y aprovecha para beber agua. Tu cerebro estará encantado tras oxigenarse unos minutos. Repite esta pauta las veces que necesites al día.
6. Aprende a respirar. Por si no lo sabías, tu respiración es una de las herramientas antiestrés más efectivas que existen. No solo está incorporada a tu cuerpo, sino que puedes acudir a ella ante cualquier situación y en cualquier lugar. Merece la pena aprender técnicas respiratorias básicas para calmar la mente, aumentar la energía o centrar el foco. Puedes aplicarlas haciendo esas pausas de toma de oxígeno en la ventana o en cualquier momento del día. Este truco te ayudará a lidiar mejor con tus emociones y a reducir el agobio de la mascarilla-non-stop.
7. Aumenta el confort. Para que llevar mascarilla se convierta en una experiencia diferente, e incluso hasta relajante, puedes acudir a los aceites esenciales; es importante que sean naturales (no sintéticos) y preferiblemente de origen orgánico, porque los vas a respirar de forma directa. ¡No vale poner tu perfume favorito! Una vez elegido, aplica una gotita mínima en el interior de la mascarilla, mejor si no roza con la piel.