''Te tienes que lavar el rostro con agua fría para mantenerlo joven''. Esta es una realidad a medias que hemos oído durante toda nuestra vida, un remedio antiarrugas de nuestras abuelas y el truco para cerrar poros o unificar el tono. Sin embargo, no es que sea mentira, pero tampoco es una verdad absoluta y, desde luego, no es la mejor idea para el mayor caso de las pieles.
''La suciedad siempre se elimina mejor cuando el agua está más caliente, porque la temperatura hace que se retire con mayor facilidad. Sin embargo, no usaremos agua completamente caliente en el rostro, puesto que tampoco resulta beneficiosa. Una temperatura de aproximadamente 30ºC es la ideal para limpiar en profundidad al tiempo que mantenemos equilibrados los niveles de nuestra piel para que se mantenga saludable'', comenta Raquel González, directora técnica de Perricone MD en España.
¿Qué pasa cuando usamos agua fría? ''Lo primero y más evidente es que no conseguiremos eliminar toda la suciedad, ya que el agua fría la endurecerá y hará más difícil que se desprenda del tejido'', explica Estefanía Nieto desde Omorovicza, y añade que ''el único efecto que puede parecer positivo del agua fría es la contracción del rostro, pero en pieles sensibles con capilares dilatados los contraerá y puede provocar que incluso se rompan''.
De hecho, continúa señalando que ''en pieles acneicas puede dar sensación de alivio del dolor, pero cuando la piel vuelve a su temperatura habitual en pocos minutos, la vasoconstricción se convierte en vasodilatación por el cambio de temperatura, produciendo una mayor segregación de sebo''.
La suciedad siempre se elimina mejor cuando el agua está más caliente, porque la temperatura hace que se retire con mayor facilidad
Por otro lado, entre las razones por las que no se debe lavar con agua caliente, Elisabeth de San Gregorio de Medik8 señala que ''corremos el riesgo de que al actuar más activamente el agua caliente en la limpieza, eliminemos aceites naturales y nutrientes que nuestra piel necesita para una salud óptima, produciendo una posible deshidratación e incluso la aparición de hipersensibilidad por haber perdido su barrera protectora''.
En cuanto a la temperatura ideal, ''puede ser un símil extraño, pero igual que una lavadora limpia mejor nuestra ropa a partir de los 30ºC, con nuestro rostro ocurre lo mismo. Es la temperatura perfecta para limpiar en profundidad sin desequilibrar los niveles óptimos de nutrientes que mantienen nuestra piel saludable, evitando cambios bruscos de temperatura que, al contrario de favorecerla, le producen estrés y pérdida de equilibrio'', añade Raquel González.
¿CUÁL ES EL MEJOR LIMPIADOR EN CADA CASO?
¿Un limpiador puede devolver luminosidad a una piel? Sí. De hecho, los limpiadores son base esencial de cualquier ritual de belleza diario, siendo tan importante como los demás productos que aplicaremos después. Un ejemplo de limpiador perfecto para un caso así es Citrus Brightening Cleanser de Perricone MD. Una de las claves para aportar la luminosidad perdida al rostro es su alto contenido en Vitamina C Ester, exclusiva de la firma, y mucho más estable que la vitamina C habitual. También cuenta con DMAE, que ayuda a reafirmar, y posee un complejo patentado de cobre, que aporta energía al tejido.