La maternidad está estrechamente relacionada con la lactancia, un proceso que despierta tantas dudas como conexión entre la madre y el hijo. De hecho, la lactancia materna es el alimento exclusivo para los bebés de hasta 6 meses de edad y prioritario a partir de esta edad cuando ya se introduce la alimentación complementaria. Sin embargo, algunas mujeres tienen una baja producción de leche.
Esta insuficiente producción de leche materna puede estar relacionada, en algunos casos, con una condición física: la hipoplasia mamaria. Nos lo ha descubierto la Dra. Raquel Velasco, experta en lactancia materna, madre de tres criaturas y pediatra divulgadora en redes sociales como @raquelvelascopediatra, en su nuevo libro titulado ‘Lactancia materna, ¡empieza el viaje!’.
¿QUÉ ES LA HIPOPLASIA MAMARIA?
La hipoplasia mamaria se produce cuando el tejido glandular de las mamas no está lo suficientemente desarrollado, una condición que frecuentemente se relaciona con una baja producción de leche materna. Los pechos hipoplásicos son fácilmente distinguibles, ya que presentan una diferencia muy llamativa en tamaño o forma entre las dos mamas, están muy separados, presentan forma tubular, areolas prominentes o, en el caso del embarazo, una ausencia total de cambios en el pecho durante la etapa gestacional.
Por lo general, las mujeres pueden presentar unos pechos de forma, tamaño y turgencia muy distintos al compararse unas con otras: pequeños, grandes, cónicos, tubulares, redondeados, juntos, separados, pezones de distintas formas, areolas de diversos tamaños... En cualquier caso, la Dra. Velasco recuerda que “el tamaño del pecho no determina la producción de leche”, pues la forma tiene que ver con la herencia genética y la cantidad de grasa acumulada que presenten.
RELACIÓN CON LA HIPOGALACTIA
Una hipoplasia no siempre es sinónimo de baja producción de leche, es decir, una hipogalactia. Sin embargo, estos fenómenos sí que están relacionados en muchos casos: la hipogalactia presenta una incidencia de entre un 4-5% y una de sus causas son los pechos hipoplásicos. En el caso de que sospeches de que tus pechos son hipoplásicos, será conveniente que puedas ponerlo en conocimiento de tu médico, sobre todo si estás embarazada o estás planteando tener un bebé. De esta forma, podrás prepararte mejor de cara a la lactancia.
Un diagnóstico a tiempo de pechos hipoplásicos ayuda a gestionar el sentimiento de culpa de las madres, ya que entienden que lo que ocurre es que su pecho tiene una limitación funcional, y que por mucho que se hayan preparado y hayan hecho todo correctamente, es posible que no puedan conseguir una lactancia materna en exclusiva.
“El tamaño del pecho no determina la producción de leche”
Este fenómeno puede condicionar la experiencia de la lactancia materna. Aun así, la pediatra señala que no se pueden sacar conclusiones hasta que el proceso dé comienzo: está bien contar con la información para anticiparnos a los posibles escenarios y ajustar expectativas, pero no podemos confirmar la existencia de una hipogalactia hasta que no intentemos dar el pecho.
De cualquier forma, la experta deja las siguientes recomendaciones para intentar estimular el pecho en situaciones en las que la lactancia materna se prevea difícil:
- Realizar una extracción prenatal del calostro.
- Practicar el contacto piel con piel entre la madre y el bebé después de su nacimiento y mantenerlo tanto tiempo como sea posible.
- Comenzar con la estimulación del pecho en las dos primeras horas de vida del bebé, ya sea con la succión directa del bebé o con el extractor.
- Continuar con la estimulación frecuente del pecho durante los primeros días.
- Para aquellos casos en los que se necesite suplementar la lactancia, primero se recomienda ofrecer el calostro o leche materna extraída a través de un “método que interfiera lo menos posible con la lactancia”, como por ejemplo, con un relactador, dedo-jeringa, una cuchara o un pequeño vaso.