Diciembre es ese mes del año que a muchas personas apasiona (y yo me incluyo). Luces de navidad, churros con chocolate, castañas asadas, películas navideñas, tarde de ‘sofá, manta y peli’ y deportes que aunque están durante todo el año parece que solamente los practicamos cuando se acerca una de las ‘mejores épocas del año’.
Patinaje sobre hielo o esquí son dos de los deportes más demandados en estas fechas. Estamos acostumbrados a ver como las principales ciudades españolas cuentan con una pista de patinaje entre sus actividades para pasar los días de navidad y sin quererlo siempre se convierte en una de las actividades más demandadas.
Pero, ¿qué aporta este deporte para nuestra salud además de un rato de diversión con nuestros familiares y amigos?
Ver a familias abarrotar las pistas de patinaje se ha convertido en una imagen más que evidente cuando se acerca el invierno. Y es que es un gran entretenimiento para padres e hijos, además es una manera de ejercitarse y mantenerse activo.
Tal y como señalan desde la Unidad de Medicina Deportiva del Hospital Sant Joan de Déu, la edad ideal para comenzar a practicar patinaje sobre hielo es a partir de los cuatro años. Y entre sus beneficios más habituales se encuentran:
Activa la circulación de la sangre.
Potencia y fortalece los músculos de las piernas.
Permite adquirir equilibrio.
Desarrolla la concentración y el control del aprendizaje.
Hace que se quemen calorías.
Mejora la resistencia física de los niños.
Fortalece los pulmones y el corazón de tus hijos.
Los niños aprenden las habilidades básicas del desplazamiento sobre ruedas.
Ayuda a que desarrollen armonía corporal.
Aprender a superarse