El mundo de la fama lleva asociado mucha presión mediática que ‘obliga’ a los personajes públicos a estar siempre perfectos para los focos. Y como no es de extrañar, esta presión constante termina afectando a la salud mental de los famosos, porque aunque nos parezcan inalcanzables, también son personas con preocupaciones.
A pesar de ser uno de los iconos de belleza de Hollywood, Megan Fox sabe de lo que hablamos. Su obsesión por su cuerpo comenzó incluso desde que era pequeña, pero a medida que fue creciendo, cada vez se iba sintiendo menos a gusto consigo misma. Así lo ha declarado para la revista ‘Sports Illustrated’, para la que ha posado en bañador y de paso ha aprovechado para visibilizar el trastorno que padece: la dismorfia corporal.
“Nunca me he visto como me ven los demás. Nunca en toda mi vida he amado mi cuerpo, nunca jamás”, explica la modelo y actriz en la publicación, quien también ha revelado que lleva años trabajando en su salud mental para gestionar esas emociones. Esta no es la primera vez que una celebridad hace este tipo de declaraciones, pues Taylor Swift, Billie Eilish, Lady Gaga o Khloe Kardashian también han confesado tener problemas de aceptación corporal.
¿QUÉ ES LA DISMORFIA CORPORAL?
La dismorfia corporal, también conocida como trastorno dismórfico corporal (TDC), es un trastorno psicológico en el que una persona presenta una preocupación excesiva y distorsionada por su apariencia física, percibiendo y magnificando sus ‘defectos’. Las personas que sufren este trastorno suelen tener una obsesión por uno o varios aspectos de su cuerpo, como su piel, cabello, nariz, peso, forma corporal o cualquier otra característica.
La terapia cognitivo-conductual ayuda a la persona a desafiar y cambiar sus patrones de pensamiento distorsionados
Por lo general, estos defectos percibidos pueden ser mínimos o incluso inexistentes para los demás, pero quienes sufren dismorfia corporal los ven como deformidades significativas y se sienten extremadamente avergonzados e incómodos con ellos. Así que estas preocupaciones obsesivas y la creencia de que su apariencia es anormal interfieren con su autoestima y las relaciones sociales.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
Estamos hablando de un trastorno que suele ser crónico, ya que la obsesión por el físico acompaña durante toda la vida, especialmente en un entorno social marcado por la imagen. Las personas con dismorfia corporal suelen recurrir a comportamientos compulsivos para tratar de ocultar o corregir esos supuestos defectos, como pasar largas horas frente al espejo, buscar constantemente la validación de otros, compararse con los demás o buscar procedimientos cosméticos innecesarios e incluso peligrosos para tratar de ‘corregir’ sus problemas.
Indudablemente, este trastorno degrada la salud mental del paciente, pudiendo llegar a desarrollar ansiedad, depresión y aislamiento social debido a su preocupación constante por su apariencia. De hecho, pueden llegar a sentir pánico por salir de casa y que sean vistos.
El trastorno dismórfico corporal puede requerir ayuda profesional en los casos más graves, con terapia psicológica para aceptar los complejos físicos. Una técnica muy empleada en este tipo de casos es la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a la persona a desafiar y cambiar sus patrones de pensamiento distorsionados, mejorar su autoimagen y desarrollar estrategias saludables para manejar la ansiedad y el malestar relacionados con su apariencia física.