Dentro de las enfermedades contagiosas de la piel encontramos el impétigo. Además de ser muy frecuente entre los niños, en algunos casos puede llegar a ser una infección molesta y con síntomas bastante notables. Por ello, desde Estetic hoy repasamos todas las claves del impétigo para conocer sus causas, factores de riesgo, tratamiento y, sobre todo, los consejos para evitar su contagio.
¿QUÉ ES EL IMPÉTIGO Y POR QUÉ APARECE?
El impétigo es una enfermedad de la piel infecciosa provocada principalmente por el contagio de la bacteria estafilococoaureus, que libera una toxina que actúa sobre la piel. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), es “altamente contagiosa” y algunos tipos pueden producir ampollas en la piel del rostro, los brazos y el tronco. Aunque la mayoría de los casos son asíntomáticos o presentan un prurito moderado, los pacientes más graves pueden desarrollar fiebre, malestar o inflamación en los ganglios.
Esta infección cutánea de tipo superficial puede presentarse en alguna de las siguientes formas:
- No ampollosa: también recibe el nombre de ‘costroso’, ya que se caracteriza por la aparición de una costra amarillenta. Este tipo de impétigo es el más frecuente, pues según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), corresponde al 70% de los casos. Lo ocasiona el contagio de las bacterias streptococcus aureus y streptococcus pyogenes.
- Ampollar o bullosa: es el tipo de infección por la cual aparecen ampollas en la piel de la cara principalmente, aunque también en brazos y tronco. Cuando la costra se rompe, desarrolla una costra melicérica. Constituye el tipo de impétigo más grave y está provocado también por el streptococcus aureus. Puede llegar a provocar fiebre y malestar en el paciente.
La enfermedad aparece en la piel sana por contacto directo con una persona infectada o por compartir juguetes y objetos contaminados. No obstante, una persona puede presentar mayor probabilidad de contagio si ya tenía previamente otros problemas cutáneos, como dermatitis, cortes, eccemas o picaduras de insectos. En estos casos, las bacterias que habitan en la piel pueden entrar en el cuerpo a través del rascado o de una erupción.
El 70% de los casos de impétigo corresponde a los menos graves, el impétigo no ampolloso
Los ambientes cálidos y húmedos propician la proliferación de estas bacterias. Aunque cualquier individuo puede sufrir la infección, lo cierto es que es más frecuente entre la población infantil, especialmente en los niños de entre 2 y 5 años. Por todas estas características, las escuelas infantiles y las piscinas son lugares en los que fácilmente se puede propagar la infección.
SÍNTOMAS
Como anticipábamos anteriormente, algunos casos de impétigo se presentan como asintomáticos. Los cuadros más leves comienzan con pequeñas ampollas que acaban reventando y que dejan pequeñas costras amarillentas que supuran líquidos. El impétigo más grave, el de tipo bulloso, genera ampollas más grandes y duraderas con líquido en su interior. Además, las llagas pueden presentar un aspecto rojizo y prurito (picor) durante el tiempo en el que supuran, un síntoma que puede prolongarse durante unos días hasta que cicatrizan.
Estas ampollas aparecen principalmente en el rostro, alrededor de la nariz y de la boca. Sin embargo, pueden extenderse a otras zonas del cuerpo, como el tronco, las piernas y los brazos. El diagnóstico es clínico y puede confirmarse con un cultivo de las lesiones. Conviene recordar que es una infección altamente contagiosa, por lo que es importante no rascarse cuando las llagas drenen el líquido y mantener una correcta higiene de la piel para evitar complicaciones y el contagio a otras personas.
TRATAMIENTO
El tratamiento del impétigo depende en gran medida de su severidad. En la mayoría de los pacientes afectados por el impétigo común, el tratamiento puede incluir medicamentos antibióticos tópicos u orales, como la amoxicilina,para tratar de controlar las bacterias responsables de la infección y prevenir su propagación a otras áreas de la piel o a otras personas. En el impétigo más grave puede ser necesario el uso de antibióticos orales o inyectables. En cualquier caso, el tratamiento debe iniciarse lo antes posible para evitar complicaciones.
Con el tratamiento y cuidado adecuados, el impétigo debería remitir en unas 2 o 3 semanas
Además de los medicamentos, es necesario aplicar otras medidas orientadas a aliviar los síntomas y prevenir la propagación de la infección. Aquí se incluyen la limpieza regular y suave de la piel afectada, evitar el rascado de las lesiones y mantener las uñas de los niños cortas y limpias para reducir la posibilidad de rascar y propagar la enfermedad. Además, es esencial mantener una buena higiene personal y de manos, así como lavar la ropa de cama y las toallas con frecuencia para evitar extender la infección.
Con el tratamiento y cuidados adecuados, la enfermedad debería remitir en unas 2 – 3 semanas aproximadamente, si bien en los pacientes de impétigo bulloso podría tardar algo más. Ante cualquier sospecha en la sintomatología, es recomendable acudir al médico para obtener una valoración clínica y acceder al tratamiento lo antes posible. Es un paso clave para evitar que la infección pueda agravarse.