¿Cuántas veces hemos estado inmersas en períodos de estrés y nos han salido granitos, irritaciones e incluso alguna erupción en la cara? Lo cierto es que el estrés está estrechamente ligado a las afecciones cutáneas, y en personas con algún problema previo en la piel puede agravarlo considerablemente. Hoy, desde Estetic.es, te contamos cómo se revela el estrés en nuestra piel y te damos varios consejos para intentar prevenir sus signos.
¿CÓMO AFECTA EL ESTRÉS A NUESTRA PIEL?
El estrés es causado principalmente cuando nuestro cuerpo segrega la hormona del cortisol, una sustancia que es liberada cuando estamos sometidas a momentos que nos exigen un ritmo elevado, tanto físico como mental, y que acelera el funcionamiento de nuestro metabolismo. En la piel, esta hormona hace que disminuya la producción de colágeno y elastina, los compuestos que precisamente favorecen la elasticidad, regeneración y fortalecimiento de la dermis.
Por lo tanto, un aumento del cortisol en sangre debilitará el tejido cutáneo y afectará al microbioma de la piel, el conjunto de microorganismos que habitan en ella y que la refuerzan a diario, protegiéndola contra los agentes externos.
El estrés puede empeorar los brotes de acné, eczemas o psoriasis
A continuación, te dejamos un listado de los efectos que puede ocasionar el estrés para que puedas identificarlos y combatirlos lo antes posible:
- Pérdida de luminosidad y brillo: el estrés puede hacer que se desregule el sebo, así que el rostro perderá su luz natural y cambiará a un aspecto más amarillento o grisáceo.
- Un estrés elevado hará que aparezcan brotes de acné, eczemas o psoriasis. En personas que ya presentaban alguno de estos problemas, se pueden recrudecer debido a los desequilibrios hormonales, pues las glándulas sebáceas liberan más grasa a la dermis. Consecuentemente, pueden aparecer rojeces en las zonas afectadas.
- El estrés oxidativo: los elevados ritmos de vida propician el deterioro celular de forma prematura, y como no podía ser de otra forma, también afecta a las células que componen el tejido cutáneo. La regeneración celular será entonces más difícil si las células están oxidadas y deshidratadas, dando una apariencia apagada al rostro.
- Piel tirante: esa falta de hidratación puede derivar en una piel poco flexible y elástica, incluso con la aparición de pellejos o descamaciones. A la larga, acelera el proceso de envejecimiento de la epidermis, dando lugar a las temidas arrugas.
TIPS PARA REDUCIR EL IMPACTO DEL ESTRÉS EN LA PIEL
Si has notado alguno de estos síntomas en circunstancias de estrés, te dejamos unos cuantos consejos para que puedas ponerle remedio cuanto antes y evitar así que el estrés cause estragos en tu piel:
- El primer punto de todos y que resultará clave para tu salud y bienestar generales, será cortar de raíz (y en la medida de lo posible) con la circunstancia que esté generando estrés. Para poder desconectar de esta situación, puedes recurrir a la relajación física y mental con deportes que ayudan a controlar la respiración, como el yoga, el pilates, la natación o el taichí. También puedes recurrir a técnicas como la meditación.
- Llevar una rutina de cuidado facial que cumplamos a diario, con productos no agresivos y que aporten hidratación para ayudar a la microbiota. En este caso, serán fundamentales los limpiadores faciales para eliminar el exceso de sebo y evitar su acumulación que derive en granos. Conviene evitar el retinol en dosis elevadas y otras sustancias irritantes, en favor del ácido hialurónico y elementos nutritivos y naturales con antioxidantes.
La luz solar afecta a la producción de colágeno, la sustancia que favorece la regeneración cutánea
- Tomar mucha vitamina C ayudará a la producción de colágeno, el soporte estructural de la piel. Adicionalmente, la vitamina D ayuda a reducir la inflamación en la piel y la vitamina A reduce los poros blanqueados y el exceso de sebo. Además de estar presentes en la alimentación, se pueden encontrar en forma de suplementos alimenticios.
- Intentar llevar una vida saludable será clave para reducir el estrés, con una dieta equilibrada y una rutina de deporte. Por otro lado, hay que eliminar los malos hábitos como el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias, así como intentar protegerse de la contaminación y de las pantallas. Y no hay que olvidarse de consumir agua diariamente para hidratar el organismo.
- Protegerse de los rayos del sol será fundamental para no dañar la barrera cutánea y deshidratarla, pues afectan directamente al colágeno de la dermis. Por eso, conviene usar crema de protección solar incluso en los meses de invierno. Así evitaremos también que los granitos o eczemas que puedan aparecernos, se queden en nuestro rostro en forma de manchas.