La efectividad del ejercicio se relaciona con el momento en el que una persona ha ingerido alimentos.
Para comprobar esto se llevó a cabo un estudio que tuvo como objetivo examinar cómo el ejercicio de antes y después de comer afectó a las reservas de grasa muscular y la respuesta a la insulina. El experimento, que duró 6 semanas, contó con 30 hombres que tenían obesidad o sobrepeso.
El equipo de investigadores dividió a estos hombres en tres grupos: un grupo desayunó antes de hacer ejercicio; otro grupo desayunó después de hacerlo; y el tercero no hizo alteraciones en el estilo de vida.
Los músculos de quienes hacían ejercicio antes del desayuno respondieron mejor a la insulina
Los participantes que hicieron ejercicio antes del desayuno quemaron el doble de grasa que los que hicieron ejercicio después de comer.
La explicación a esto es muy sencilla: cuando las personas ayunan durante la noche, tienen niveles más bajos de insulina durante el ejercicio, lo que permite que su cuerpo use más grasa.
Los músculos de quienes hacían ejercicio antes del desayuno respondieron mejor a la insulina, controlando mejor los niveles de azúcar en la sangre en el cuerpo.
Por otro lado, los músculos de aquellos del grupo que hicieron ejercicio antes del desayuno también exhibieron mayores aumentos en ciertas proteínas, especialmente las responsables de administrar glucosa a los músculos.
Aún más notable fue el hecho de que aquellos que desayunaron antes de hacer ejercicio no estaban mejor en términos de respuesta a la insulina después de comer que el grupo de control.