Hablamos con la ginecóloga y experta en salud integral de la mujer, la doctora Radharani Jiménez, autora de “El gran libro de la salud integral femenina”, una guía para la plenitud del cuerpo, la mente y el espíritu. Le preguntamos a la experta por las claves para llevar una vida saludable y el papel de la motivación de cara a la creación de nuevos hábitos.
TODO ESTÁ CONECTADO
Uno de los hilos conductores de “El Gran libro de la salud integral femenina” es la conexión entre el cuerpo y la mente. Una idea que la doctora nos explica: “La salud es una, mente y cuerpo están interconectados permanentemente, por lo tanto, lo afecta a la salud del cuerpo también puede afectar a la salud mental”, mientras incide en la importancia de mantener hábitos saludables para regular los niveles hormonales que afectan a nuestro estado físico y mental.
La calma y la paz mental son dos de los objetivos que más perseguimos, ante ello, la doctora sugiere regular los ritmos circadianos antes que recurrir a la medicación. En su libro detalla como podemos conseguir nivelar las hormonas para que coexistan de manera armoniosa y favorezcan a nuestra salud. No obstante, aporta algunas pautas para reeducarnos en hábitos desde el momento en que abrimos los ojos: “Viendo la luz del amanecer siempre que sea posible, exponernos a luz natural, movimiento para activarnos, un desayuno rico en nutrientes como triptófano, antioxidantes, grasas buenas entre otros nutrientes”.
Y de cara al final del día: “Establecer rutinas estables, horarios fijos para ir a dormir e ir desconectando de dispositivos electrónicos y pantallas un par de horas antes. Bajar la intensidad de las luces en la noche, tener algún ritual relajante, una infusión, practicar respiraciones profundas, cerrar el día con gratitud y otras estrategias para evitar la rumiación”.
ENCONTRAR ESE ‘CHISPAZO’
La doctora habla en su libro de la necesidad de encontrar ese “chispazo” que requerimos para empezar a trabajar un estilo de vida basado en pautas saludables.
Ante la tendencia a llevar estilos de vida basados en el caos, Radharani profundiza en las claves para volver a encontrar la motivación. La experta comenta que existe una pérdida espiritual del ser humano generalizada, un fenómeno que implica la ausencia de visión o de tener un propósito de vida. Este fenómeno ha desencadenado en una desconexión con una misma, a lo que la doctora recomienda: “Recuperar la conexión con nosotras mismas y visualizar cómo queremos vivir de aquí a cinco, diez o veinte años”.
“Si no tenemos tiempo ahora para movernos, tendremos que destinar mucho tiempo a ingresos en un hospital, comprar medicinas y estar en una cama”.
Para Radharani la repetición diaria de los hábitos que sabemos que nos benefician lleva a la automatización. Y es la repetición a diario de las costumbres lo que nos lleva a los cambios sostenibles. Es un proceso que consiste en ir sustituyendo unas prácticas por otras, cada vez más beneficiosas. Pero, esta transformación no beneficia solo a nuestro bienestar, sino que, como la experta señala: “Cuando tenemos salud podemos aportar al mundo nuestro talento y contribuir a una sociedad mejor, nos sentimos mucho más motivadas y capaces de afrontar los desafíos que vengan”.
LOS MALOS HÁBITOS SON CONTAGIOSOS
Cada vez son más las que suman a establecer un estilo de vida saludable y comenzar a implantar nuevos hábitos que priorizan el bienestar propio. Ante ello, algunos experimentan una obstaculización en este camino por parte de terceros: personas que tachan de 'bichos raros' a otros por querer comer saludable, practicar la abstemia o priorizar el ejercicio físico: “Un estilo de vida poco saludable es contagioso”, incide Jiménez.
Por eso, la doctora recomienda tratar de relacionarnos de personas con los mismos objetivos e intereses, que compartan los mismos valores y estén dispuestos a apoyarnos.
En cambio, las personas que obstaculizan el progreso a menudo se encuentran en casa: padres, madres o hijos, por ejemplo, Radharani recomienda: “Comunicarles nuestra decisión de cuidar de la salud y pedirles que por favor lo respeten”.
MOVIMIENTO COMO MEDICINA PREVENTIVA
Hablamos sobre agendas apretadas y le preguntamos a la doctora por aquellas personas que se ven obligadas a posponer el ejercicio físico hasta los fines de semana: “Lo ideal y recomendado es que cada día realicemos mucho movimiento”. No es necesario acudir al gimnasio o hacer algún deporte en concreto, sino priorizar el movimiento en general y rechazar el sedentarismo.
“Deberíamos dar prioridad al movimiento en nuestra agenda como si fuera una medicina preventiva”, subraya Radharani. El cuerpo humano ha evolucionado gracias al movimiento y tener un estilo de vida poco activo favorece la enfermedad: “Cuanto menos nos movemos, menos energía tenemos, nuestro cuerpo nos duele, nos sentimos más apáticas y decaídas”. Una pauta en la que la doctora incide para no perder calidad de vida y autonomía: “Si no tenemos tiempo ahora para movernos, tendremos que destinar mucho tiempo a ingresos en un hospital, comprar medicinas, estar en una cama”.
Entre las alternativas que la doctora resalta para aquellas con un tiempo más limitado encontramos: Andar más pasos -al menos unos 10.000 al día-, subir escaleras en lugar de usar el ascensor, levantar objetos, hacer tareas del hogar que impliquen movimiento, como la jardinería o la limpieza.
EN CONTACTO CON LA NATURALEZA
Le preguntamos a la doctora por la evidencia detrás de una de las afirmaciones de su libro, y es, en relación a los beneficios que supone el contacto directo con la naturaleza. Una las relaciones que Radharani destaca son las ventajas para la salud integral que tiene la espiritualidad.
Actualmente, el ajetreo y el exceso de tareas diario nos sumergen en un sentimiento de sobreestímulos que la naturaleza puede ayudar a atenuar. Y los paseos por bosques, a la orilla del mar, momentos de desconexión digital, luz natural o árboles ayudan a despegarnos de las rutinas que tanto nos sobrecargan. Estos son algunos ejemplos que la doctora apunta y que “en las civilizaciones antiguas y las culturas ancestrales ya sabían y practicaban”.
No solo se trata de una costumbre ancestral, sino que la ciencia ya comprueba el efecto positivo que tiene la naturaleza sobre nuestra salud: “Necesitamos incluir al menos dos horas de contacto con naturaleza a la semana”.