La rosácea es un trastorno de la piel caracterizado por la aparición de un enrojecimiento crónico en la piel. En ocasiones, puede ir acompañada de pequeños bultos con pus y la dilatación de los vasos sanguíneos. Alrededor de 40 millones de personas en el mundo padecen esta afección, una enfermedad que prevalece en las mujeres adultas.
Aunque no existe una cura, es posible controlar los brotes y molestias con algunas estrategias y tratamientos. En ese sentido, la exposición solar es un factor desencadenante a tener en cuenta. El sol puede provocar una intensificación de los síntomas como el enrojecimiento o la inflamación, además de favorecer a la aparición de las pústulas.
La exposición solar puede ser un desencadenante en los brotes de rosácea
Sus síntomas pueden aparecer en forma de brotes y perdurar semanas o meses, hasta desaparecer un tiempo. Descamación, engrosamiento de la piel o edema son algunos de los indicadores de una rosácea que se continua desarrollando.
SOL Y ROSÁCEA
Ante ello, el dermatólogo el doctor Gustavo Garriga Martina (@gustavogarriga.com) explica en sus redes sociales cómo debemos cuidar de nuestra rosácea este verano y algunas pautas a tener en cuenta sobre la fotoprotección. La primera y más importante recomendación para tratar la rosácea es la protección solar. La fotoprotección contiene algunos ingredientes emolientes y suaves que ayudan a disminuir la inflamación y enrojecimiento tan característico de la rosácea.
También contribuye a proteger la barrera de la piel de la radiación solar que, tiene algunos efectos como acelerar signos del envejecimiento o aumentar el riesgo de padecer cáncer de piel: “A veces os extrañáis cuando recomiendo usar fotoprotector diario para vuestra rosácea”, dice Gustavo en su post.
Por lo general, la rosácea afecta a aquellas personas más sensibles al sol y con más propensas a las quemaduras solares. Garriga enumera algunos de los factores como ser mujer, tener piel u ojos claros o ser mayor de 30 años.
Uno de los factores de riesgo más comunes a sufrir rosácea es el daño solar acumulado. Por eso, las personas mayores de 30 años tienden a prevalecer antes que los niños: “Una explicación es que la radiación ultravioleta solar estimula un proceso conocido como angiogenensis”, comenta Gustavo.
ANGIOGENESIS
Este proceso supone la formación de nuevos capilares sanguíneos, que son los responsables de las típicas rojeces de la rosácea que, reciben el nombre de cuperosis. Además, estos capilares son hiperactivos. Es más, las altas temperaturas favorecen la vasodilatación de los capilares. Lo que significa que pueden tener episodios de rojez exagerada, conocidos como flushing, ante algunos estímulos cotidianos como sentir calor, vergüenza, hacer deporte, comer picante o bebidas calientes, así como alcohol.
Los rayos del sol pueden provocar un daño a las células de la piel y causar una respuesta inflamatoria. En adición, se sabe que los rayos UV pueden aumentar la producción de los radicales libres en la piel, que son los responsables de causar más daño celular y empeorar los síntomas de esta condición dermatológica.
Por eso, identificar el factor que desencadena este trastorno de la piel o bien, empeora sus síntomas, es clave para tratar la condición. Normalmente, los remedios consisten en un cambio del estilo de vida como evitar los detontantes. Así como, el empleo de algunos medicamentos tópicos u orales que controlen los síntomas.