Llega el calor y, con él, el cambio de armario. Se acabaron las botas altas y botines para dar paso a los zapatos abiertos y las sandalias, que nos hacen transpirar más el pie ahora que llegan las altas temperaturas. Pero esta transición, que en muchos casos se hace de forma brusca, puede tener consecuencias muy negativas para nuestros pies.
Para aclarar todas las dudas y poder cuidar la salud de estas extremidades, desde Estetic.es hemos hablado con Juan Carlos Montero Arroyo, podólogo director de la Clínica Montero y responsable de comunicación del Colegio Profesional de Podología de la Comunidad de Madrid. Él mismo nos ha confirmado que lo ideal “es ir adaptando el pie de manera progresiva a la nueva realidad del zapato”.
Y es que si a lo largo del año estamos acostumbradas a utilizar zapatos de altura, si no hacemos una transición paulatina que ayude al pie a acostumbrarse, puede tener un impacto muy negativo en su musculatura debido a un cambio brusco de altura y superficie. Por eso el experto recomienda ir poniéndonos en casa la sandalia por pequeños ratos para adaptarnos lentamente y minimizar riesgos.
"En los meses de verano los pies van menos protegidos"
Pero el verano también deja nuestros pies más al descubierto y más cerca del suelo. El polvo, la suciedad y el calor resecan mucho la piel del cuerpo, así que la clave será mantener una buena hidratación en la zona. Según el experto, "en los meses de calor hay menos humedad ambiental y los pies van menos protegidos”, haciendo que la sequedad provoque problemas en la piel que requieran de la ayuda de un profesional.
Si queremos evitar la descamación y mantener la salud de estas extremidades, tenemos que seguir el ‘ABC del cuidado de los pies’. El podólogo incluye aquí la higiene (lavado, secado e hidratación), un calzado adecuado que se adapte a la actividad a realizar como a las características de cada persona, y la visita al especialista cuando se requiera.
¡CUIDADO CON LOS HONGOS EN LAS PISCINAS!
Uno de los problemas más frecuentes con la llegada de las altas temperaturas son las verrugas plantares o papilomas y es que las piscinas son fuente de infecciones puesto que “se fomenta el pie descalzo”, señala el experto. Juan Carlos recomienda insistir especialmente en el cuidado de los pies de los niños y niñas, utilizando chanclas o escarpines “para evitar el contacto del pie descalzo con superficies donde pueden proliferara este tipo de microorganismos”. También existen los denominados calcetines de piscina para prevenir cualquier contagio.
Otro problema fúngico característico de estos tiempos es el pie de atleta, causado por la sudoración del pie y la utilización de calzados con una mala transpiración. Aquí el podólogo aconseja “utilizar materiales que tengan una buena capacidad de transpiración”, así como también es recomendable el uso de zapatos poco ajustados.
"Los esmaltes permanentes pueden ocasionar problemas en las uñas debido a la falta de traspiración y al tiempo excesivo de uso"
Esta afección suele ocasionar el mal olor de los pies, un problema ya de por sí en muchas personas. Surge por la “reacción de la piel con ciertas bacterias de la flora de la piel” y su tratamiento dependerá de cada caso en particular que tendrá que ser valorado por un podólogo. Nuestro experto recomienda el uso de zapatos que transpiren, pero también mantener una buena higiene. Aquí se incluye el cambio frecuente del calzado y el calcetín.
PEDICURAS: PROBLEMAS PARA LAS UÑAS
Llevar nuestros pies al descubierto nos hace querer que luzcan bonitos y tiramos de la pedicura para darles un toque de color. Pero los profesionales advierten del peligro que pueden acarrear para las uñas y es que los esmaltes permanentes provocan falta de transpiración, que se agrava en casos de uso excesivo. Adicionalmente, son fuente de infecciones por hongos por la falta de higiene en los aplicadores de los esmaltes.
El podólogo nos da dos consejos para prevenir riesgos: limitar el uso del esmalte a un mes, guardando un período de barbecho de 1-2 semanas cada mes y limitando el esmalte sólo a temporadas de calor para dejar descansar a la uña. Y, por otro lado, utilizar productos propios que no haya usado nadie anteriormente para no contraer infecciones fúngicas. En cualquier caso, no debemos olvidar hacer, al menos, una visita al año a nuestro podólogo de confianza para que nos haga una revisión y descarte problemas.