Aunque somos conscientes de la necesidad de cuidar nuestra piel a diario, muchas veces no le prestamos la atención ni le damos la importancia que esta merece. La piel es el órgano más grande y versátil del cuerpo, nos protege de los factores externos y de las bacterias y es capaz de repararse por sí misma. Es el órgano donde se acumula la mayor cantidad de agua de nuestro cuerpo y está formada por tres capas principales: la epidermis, la dermis y la hipodermis.
La epidermis es la capa más externa de la piel y la constituyen pequeñas células, llamadas corneocitos, que se encargan de retener el agua y se unen entre sí por medio de lípidos, creando lo que conocemos como la capa lipídica de nuestra piel. Esta capa es nuestra primera barrera protectora y actúa fijando la humedad natural y evitando la pérdida del agua acumulada.
Las cremas hidratantes son una buena opción para proteger la piel y pueden actuar de cuatro maneras distintas en su capa superior
Con el paso del tiempo la piel empieza a producir menos lípidos y, como consecuencia, la barrera lipídica se ve afectada permitiendo que se empiece a evaporar el agua guardada en el interior de las células. En este momento es cuando empezamos a notar los primeros síntomas de sequedad en la piel y una crema hidratante puede ser nuestra gran aliada para mantener su humedad natural a la vez que protegemos su función de barrera.
Por esta razón es importante conocer la necesidad de hidratar y cuidar nuestra piel y saber cómo actúan los productos hidratantes en nuestro cuerpo.
Las cremas hidratantes son una buena opción para proteger la piel y pueden actuar de cuatro maneras distintas en su capa superior:
- Por oclusión: forman una capa impermeable en la superficie de la piel y ayudan a retrasar la evaporación del agua.
- Por nutrición: incorporan aceites y lípidos en la piel para fortalecer la unión de las células de la piel.
- Por humectación: se componen de ingredientes que ayudan a las células a retener el agua.
- Por activación celular: activan nuestras células de la piel para que ellas mismas sean capaces de retener el máximo nivel de agua.